miércoles, 26 de diciembre de 2018

Delicia espesa


Nota aclaratoria: en el último tiempo se me ha dado por escribir sobre imágenes que saco, en este caso una foto mía intervenida con palabras. Si gustan de verlas, pueden seguirme también en mi instagran @angiepagnotta y en @matesliterarios donde muchas imágenes están para tentar al lector.

domingo, 9 de diciembre de 2018

Babasonicos - Ingrediente







Nunca había entendido la gravedad
Hasta que algo atrajo tu cuerpo al mío

No discuto que haya ocurrido algo especial
Aunque si se bien que hacer trampa ayuda
Imagino que a tu forma de ser le sobra
El ingrediente que a mi forma de amar le falta
Nunca supe el costo de chocar con la verdad
Pero si sabía que estrellarse duele
Sé que algunas piezas no encajarán jamás
Te aseguro que mal puestas pueden funcionar
Imagino que a tu forma de ser le sobra
El ingrediente que a mi forma de amar le falta
Imagino que a tu forma de ser le sobra
(O sea, o sea, en algo)
El ingrediente que a mi forma de amar le falta
(O sea, o sea, en algo)
Puede que hasta que sea un héroe
Y ni siquiera yo me habría dado cuenta de esto
Yo me sospecho cobarde, aunque estuve y no recuerdo bien
(Me parece curioso tocar así la cicatriz)
Todavía no hablemos del pasado
Imagino que a tu forma de ser le sobra
(O sea, o sea, en algo)
El ingrediente que a mi forma de amar le falta (O sea, o sea, metámonos)
(O sea, o sea, en algo)
O sea, o sea, metámonos
O sea, o sea, en algo
Puede que hasta que sea un héroe
Y ni siquiera yo me habría dado cuenta de esto
(O sea, o sea, metámonos)
Puede que hasta que sea un héroe
Y ni siquiera yo me habría dado cuenta de esto
(O sea, o sea, metámonos)
(O sea, o sea, en algo)




Puede que hasta que sea un héroe
Y ni siquiera yo me habría dado cuenta de esto (O sea, o sea, metámonos)

Letra: Adrian Hugo Rodriguez (Adrián Dárgelos)

martes, 4 de diciembre de 2018

Mientras tanto



Desearte en secreto,
bajo el manto irresistible del silencio,
bajo la alquimia de las palabras mudas,
bajo todas las palabras que invento
para atraerte a mis manos.

A veces te leo y quisiera ser parte de la tinta, espesa e inquieta,
ser parte del chorro negro que cae,
y dibuja los contornos de las letras,
y contiene, seguro, otra mujer, otro nombre, otra piel.
¿Cómo adivinar la cartografía del amor?
Si entre tus lunares,
tus labios
y lo que intuyo de tus besos,
podría dibujarte con los ojos vendados.

¿Cómo llegamos a esto?, me pregunto,
¿Cómo llegué?
                      mientras tanto, en la distancia,
absorbo el perfume que dejas al terminar de leer este poema.

martes, 27 de noviembre de 2018

Día 5 | Dos horas de vida entera


Todo fue besarnos. Todo fue volver a descubrir el cuerpo del otro, pese años años. Tocarnos. Creo que de a poco borré algunas huellas y planté otras. Eso lo supe ni bien confesaste lo más hermoso que te pueden decir en momentos así. Tranquilo, lo guardo para mí. Ardernos juntos. Sentir el calor de la piel hirviendo a 50 grados. Quemar todo y arder, si fuera necesario y lo era, lo fue. Besarnos como si no hubiera mañana, como si no existiera otra cosa que ese momento, que esa ingravidez que producen los besos más sensuales. Tomarte entre mis manos, olerte, sentirte, lamerte, perderme en tus formas, en tus texturas: sentirte. Así la vida, entera, aunque duren dos horas. Así, aunque tuviera que inventarme refugios posteriores para desprenderme de tu piel de reptil. Quemar todo y arder, de eso se trataba. Eso hicimos. Eso pasó.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Día 6 | Y con eso basta


No todo estaba dicho. 
En el sótano de mi casa había una caja azul y pesada con una pila de papeles, fotos, regalos, flores secas, notas y algunos discos. Un día, diez años después (como esa canción pegadiza de Calamaro) la abrí. Allí encontré un cuaderno que decía ''Cosas que quise decir pero nunca dije''. La etiqueta no podía ser más misteriosa pero yo recordaba perfectamente ese cuaderno, esas historias. 
Me senté en la madera crujiente y me puse a leer el anecdotario del amor, del desamor, de los días de verano, de las tardes en la plaza, de una increíble catarata de deseos y amor. Y de eso se trata, pensé, siempre se trató de eso: amar y desear como dos faroles prendidos las 24 horas del día, los 365 días del año. No hubo día, Federico, no hubo día en que no te quisiera besar. Y allí estaban los recuerdos adolescentes de un montón de palabras que se fueron agolpando con el viento detrás en una puerta que no volví a abrir jamás. Y busco aún hoy mil metáforas para decir lo impronunciable que es tan cierto como mi nombre: siempre te amé. 

Hasta que hoy, hasta hace un rato, lo procesé y lo dije por primera vez, a viva voz. No, no dije te amo, dije ''te amé'', o, mejor dicho, dije todo lo que ese ''te amé'' significó: risas, silencios, pausas, amores, deseos, furias, cama, sexo, terrazas donde acostarnos, sillones donde besarnos, taxis donde acurrucarnos, rincones donde amarnos, esquinas donde tocarnos, pasajes donde bebernos como si no hubiera otra agua en el mundo más que la de tu boca. Y vos, casi con la misma voz de aquel entonces dijiste lo mismo. Por una vez correspondiente a mis palabras y ahí sentí que un baño de sal cubría mi herida. ¿Sabés cómo fue vivir con la herida latiendo? a veces de la nada sentía latidos breves, otras una especie de adormecimiento y a veces dolía como si recién me hubiera cortado. Pero, a pesar de la profundidad, nunca odié ni a mi herida ni a vos. Esa herida, hoy lo veo, me hizo ser quien soy. 

No hay tiempo como el presente, me digo al terminar de leer ese cuaderno azul. Tiempo presente y solo tiempo, de eso se trata. El presente me devuelve tu risa sincera y tal vez no ahora, pero sé que mañana o pasado, me quedará el recuerdo endulzado de una herida de guerra que cicatrizó con el amor más neurótico y obsesivo, pero también con toda la sinceridad posible. 
Y con eso basta.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Día 7 | De boca a tu boca


Todo comenzó con un pequeño fuego en tu labio inferior. Lo recuerdo bien. Hacía un poco de frío y los dos íbamos en un taxi camino a un nuevo bar. Era tarde pero no tanto como para querer volver a casa y, además (siendo honesta) no quería volver a otro lugar que no fueran tus besos, esos besos que recordaba a fuego. Lo supe antes de salir, lo confirmé después. De pronto un bache. ¿O eso fue después?
Cierto, fue después.

Casi no puedo recordar la trama perfecta de lo dicho, recuerdo la Avenida, recuerdo que sonaba una música espantosa en la radio del taxista, recuerdo hasta la incomodidad de una de mis piernas demasiado en el medio del auto y la otra demasiado de costado, recuerdo que tenía calor por la calefacción, recuerdo que me preocupaba la cercanía de tu cuerpo y el mío, pero no puedo recordar exactamente que artilugio, que palabra, que tropiezo. Pero ahí tropezamos, vos con mi boca y yo con la tuya, dos bocas que se entienden más que cualquier otra boca. Deseo intacto, deseo eterno. Balbuceé. Todavía no aprendo a decir cuando no sé que decir. Dije pequeños gimoteos que podrían haber sido de un niño pequeño o de una adulta que a sus 30 años aún no sabe expresarse de forma correcta sin ser demasiado obvia, demasiado niña, demasiado transparente (guilty) Sonreímos, eso sí lo recuerdo. Tu sonrisa perfecta, desnuda de trampas: hermosa. Y luego un bache glorioso me tiró encima tuyo y nos volvimos a besar. En ese instante amé todos y cada uno de los baches de las calles de Buenos Aires. Amé todas y cada una de las fatalidades que, una vez más, me ponían de boca a tu boca.

Arder o reventar - aquí y ahora

Aclaración: Dado que el blog erótico que abrí es extrañado y requerido, pero dado que cuando quiero compartirlo me ''prohibe'' por que puedo herir la sensibilidad, es que migro, en este posteo, todas las entradas de Arder o Reventar, blog que continuaré aquí.

I. NUNCA ALCANZA

Será que nunca alcanzan los espacios. Nunca es suficiente un lugar sólo para contemplar, para escribir, para renacer. Arder o reventar se trata de todas las cosas políticamente incorrectas, rebeldes, eróticas, pornográficas, pornoeróticas y sensuales. Se trata de la piel, del movimiento, del alma, del cuerpo. Se trata de oler, lamer, succionar, apretar, distender. Se trata, en suma, del movimiento sensual del cuerpo, de envolverse en otro, de sentir, de tocar. 
Para todo lo demás está el cielo y el mundo, mientras tanto, arder o reventar, esa es la cuestión.

II. WHOLE LOTTA LOVE

Esta frase de Carl Gustav Jung (uno de mis escritores y pensadores favoritos) marida bien con esta canción de Led Zeppelin, del año 1969 y salió como tema que abre el disco disco Led Zeppelin II. 
Want to whole lotta love



III. DERRUMBÁNDONOS
''Yo no sabía que sus caderas respondían a un mar sediento. Así, con contornos irreversibles e imprevisibles, me amaba. Hundía cada fragmento de su cuerpo hasta dejarme inmóvil. La sed, de a poco, derramaba fluidos en mi boca y yo, sin dudarlo, lo devoraba.''
(Fragmento de «Derrumbe» de Angie Pagnotta) 



IV. 100 AÑOS

Me hubiera quedado 100 años sin soledad y entre tus piernas, 
mordiendo la dulzura exacta de tu piel, 
cayendo, irresistiblemente, ante la oposición de tu gravedad y la mía. 
Podría. Podría (mos) pero los dos pensamos demasiado en que dirán nuestras consciencias, nuestros deberes, nuestras obligaciones indómitas. ¿Será que el néctar de los dos es solo para privilegiados?

V. TU PERFUME ME DIRÁ CÓMO SALIR

Es de noche. El auto se detiene en punto muerto. Una pila de expedientes se amontona en mi falda. Desajustás tu corbata y te inclinas hacia mi. Me mirás despacio y con la calma de un animal que está por bordear con los dientes a su presa. Me quitas los lentes y me lames la boca. Luego tus labios se expanden en mi y estamos besándonos. Mis medias parecen agrietarse más ante tu lengua, tu fuerza, tu perfume. Todo estaba ahí, siempre estuvo ahí.

VI. MORDER EL DESEO

Muerdo tu boca en un segundo. La noche es tibia. Empiezo a lamer tus dedos de a poco. Primero bordeo el pulgar, luego lo beso, después lo absorbo. Escucho las cortinas zigzaguear por un viento repentino que nos envuelve y nos arroja a la cama. Tus manos se deslizan apresuradas. Corrés el hilo de mi ropa interior, corres el cuerpo para consumir el banquete. Delicado primero, desmesurado después. En tus ojos se enciende un fuego que avivamos desde hace años. Tu lengua hierve en mi cuerpo. Tu boca de caimán se detiene en estocadas firmes, empujar, corrompe, corroe, amenaza. Mis piernas tiemblan. Mis manos aprietan las sábanas y tu pelo como si a fuerza de remolinos se pudiera detener el tiempo. El viento arrasa el ventanal y el reloj. Tu boca esponja todo lo contiene, todo lo absorbe en la marea. El silencio hondo de un segundo se convierte en ahogo y presión, tu dedo vuelve a mi boca, tu mano me acaricia el pelo como queriendo dormir a una niña pequeña. Mis ojos pierden el foco, tu mirada me devuelve a la realidad y el mar, que no calma, sigue arrasando todo con un beso inexplicablemente inocente y delicado, y me encanta. 

VII. NO EXISTE

Una fijación que se trama a través del tiempo. Se vuelve intensa en la memoria. Se vuelve lluvia, se vuelve viento arremolinado. Ahí estás, abarcando mi tiempo, abriendo las fronteras: hechizando. No hay beso que no te diera sin fuego. No existe.

VIII. ALGO QUE DECIR ESTA NOCHE


IX. DERRAMAR

Prometimos un mes. Prometimos morder, curar, sanar y marcar el ritmo del deseo en nuestros besos. Prometimos un nido, una cápsula, un tiempo nuestro. Prometimos mimos, besos, palabras sinceras, las poquísimas mentiras posibles y un colchón en llamas. Prometimos amor, calor, miradas de fuego y saliva. Prometimos lamer, acariciar, bordear, contornear. Prometimos querer, poder y atragantar. Pero también prometimos arder; arder  tanto que el fuego de tu boca y de la mía no pare –nunca, jamás– de crecer. 




Todos los fragmentos de esta entrada, como todos los textos del blog son propiedad de ©Angie Pagnotta, a menos que esté aclarado otro autor/a.



viernes, 16 de noviembre de 2018

Los primeros 10 días

Foto tomada en la estación Schöneweide



''I chase the wind of a prism ship
to taste the sweet and sour.''

–The Court Of The Crimson King, King Crimson



Hace días que algunos me piden apreciaciones por escrito sobre Berlin. Hace días, también, que no puedo escribir prácticamente nada. Sin embargo hoy, entre el sol matutino y el mate (sobre todo porque ayer me compré 1 kilo y medio de La Merced, JUSTO la yerba que siempre tomo siempre, para que nunca me falte) es que pude sentarme a escribir y darle forma a una nota pendiente que saldrá en Baires Digital pronto; una de esas notas/entrevistas que me gustan donde indago en lo profundo de un lugar y de, en este caso, un espacio de arte. Terminé la nota y me puse a pensar que podía contarles sobre estos 10 días acá.

Un poco sigo sin palabras y otro poco sigo sintiendo ''nada''. El nada es entre comillas porque no es literal, lo que siento en realidad no lo puedo poner en palabras; es raro pero es en serio: no puedo. Yo, la niña palabras, la niña a la que todo le encuentra la forma y el modo, no sé como decir lo que siento y tal vez, entonces no sienta. Realmente me siento como si no sintiera nada especial. Es algo extraño y es una sensación que jamás había tenido, pero también estuve aprendiendo de eso, de no sentir y que esté bien. 

Hace unos días, antes de venir, creo que desde el 2 de noviembre (viajamos el martes 6) es que ya me costaba sentir. Me decían ¿estás re ansiosa? y yo ''no, para nada'' ¿estás a mil maquinando? y yo ''no, vengo súper tranqui''. El día de la presentación de ''Los desiertos efímeros'' en Esfera me preguntaban lo mismo y yo dije casi todas las veces: ''estoy contenta y tranquila''. Y así estaba, contenta y tranquila. Esa tranquilidad se mantuvo (y se mantiene) a diario. Creo que mi mente no se estresó pero sí mi cuerpo, porque me enfermé allá y al llegar acá. Nada grave, obvio.  Acá anginas, producto de que el primer día, no sabía bien el sistema de abrigo y desabrigo. No sentir también es una forma de sentir y fui descubriéndola y entendiendo por qué me pasaba.Todo esto también creo que tiene que ver con el resabio de cosas que voy comprendiendo y son muy personales, pero que fui entendiéndolas una a una y ahora comprendí más por qué las cosas se fueron dando de este modo.

En otro orden de cosas ayer viajé en tren y sola por primera vez. Me sentí bien. En mis auriculares sonaba Nirvana y el fondo era trash y punk, desde la estación Schöneweide camino a Alexanderplatz. Fueron solo 6 o 7 estaciones pero sentí algo muy lindo durante ese tramo, primero por llegar a destino sin problemas y segundo, por la paz del instante y por la soledad acompañada de música y sentir, en ese ratito, que todo iba inmensamente bien. Sonaban lindas canciones de Cerati, Los Redondos y Las pelotas y me sentí como en casa. Todo esto que vivo desde hace 10 días es una oportunidad para crecer y para avanzar hacia el lugar que más quiera, eso es lo que tengo en mente y muy claro. Pulsos efímeros, así son las cosas. 

La música perfecta para este texto, es esta: https://www.youtube.com/watch?v=gvCmtHDDuu0


viernes, 9 de noviembre de 2018

Cierta Distancia: Angie Pagnotta - Cuestionario básico

Cierta Distancia: Angie Pagnotta - Cuestionario básico: 1.- ¿Por qué escribes? Escribo porque necesito decirme con palabras. Porque no encontré un modo más eficaz de expresar, de sentir y...



Gracias a Cierta distancia por la convocatoria.

martes, 16 de octubre de 2018

Yo no me caí del cielo



¿En qué momento caerá el rayo?
Si ante tu cuerpo, caigo.
Si ante tus ojos, caigo.

¿Es posible desencantar este enredo?
¿En algún tiempo será posible?

La distancia marca un pulso, quizás,
un ritmo en el que estos besos estarán en otro océano,
en otro barco, en otro tiempo.
¿Podrás soportar nuevamente la ausencia?

Nada de esto pasaría si no nos hubiéramos encontrado en la calle,
si justo no te hubiera visto pasar por la vereda,
si justo, justo
¿A quién le toca ahora creer esa mentira?

Hacemos lo que hacemos porque nunca debimos dejar de hacerlo,
eso te diría ahora,
                            eso te diré mañana.
Solo somos presente, instante eterno del ahora en el que te miro y caigo,
una vez más, caemos, una vez más somos perfectamente imperfectos,
y la boca del otro, así, en ese instante, es el mejor momento de nuestra vida.



Nena, hay alegrías y alegrías  / hay mucho vino malicioso  / y poco vino del mejor.


sábado, 6 de octubre de 2018

Lo que dure mi recuerdo en tus ojos

Paguemos algo que todavía no rompimos
Para que luego no nos vengan a frenar
Y terminemos con el barco destrozado
Y con los restos del naufragio
Zozobrando por el mar

Por ahora tengo ganas de estar solo
Y me queda poco tiempo de ahora en más
Lo que dure mi recuerdo en tus ojos
Y cuando parpadees, no estaré mas

Me veras surgir y caer


lunes, 1 de octubre de 2018

Errante


Epígrafes posibles:

1. No me sueltes más.

2. De nada sirve luchar contra uno mismo / pero tampoco de nada sirve huir de lo evidente.

3. Demasiado tarde te acordaste de amar.

4. Me olvidé la pava en el fuego.

5. El deseo engendra más deseo / deseamos, entonces, siempre.

6. Todas las anteriores.

domingo, 30 de septiembre de 2018

El profeso


No quedan registros de la noche. No quedan registros del silencio. Quedan las huellas de cada una de las palabras que dijiste ¿Te acordás de todas las frases? ¿de todas las palabras? Las promesas, las risas, los retos, las caricias. Cada mirada, cada profunda e intensa mirada que me diste. Tus ojos grises terciopelo clavándose como dagas en mis ojos marrones azabache. Y fuego, creo que había fuego. Eso también lo recuerdo.

Algunas palabras decían que te morías de ganas de besarme desde el primer día en el que abriste la puerta y ahí estaba yo, nerviosa y sonriente. Yo dudé, me reí, me puse colorada y te pregunté varias veces si era en serio lo que decías. “Nunca hablé tan en serio“ respondiste. Sabía que mentías, pero no importaba. Ya habías dicho todo, en unas cinco líneas te habías declarado culpable, tan culpable que te daba culpa lo que me decías. Retrocedías y avanzabas 25 casilleros en búsqueda de algo que, sabías, podía pronunciarse cierto. Pero algo te detuvo. Nunca supe bien. Ya no importa.

Recuerdo tus manos al tocarme, tus ojos cerrándose mientras nos abrazábamos y olías mi pelo y, por lo bajo, decías: “que rico gusto a vainilla tenés“. Tus manos se enredaban en mi pelo largo y revoltoso, caían suaves en la marea pesada de hilos negros y castaños. Sentía la punta de tus dedos anudándose en una trenza cálida y paternal, tan vos. Guardé esos momentos como tesoros, guardé cada huella de tus palabras para poder corregirme. Pero esto pasó hace tiempo, largo tiempo, ya sé. Días, meses después y en algún momento años. 
¿Por qué me acuerdo? Pasan siglos y no hay clavo ni vino que quite de mi cuerpo lo que tu nombre me evoca, Federico.


sábado, 29 de septiembre de 2018

De vientos y de lluvias se llena el universo.



De vientos y de lluvias se llena el universo. Y, mientras tanto, todo es un desatino, una llamada interna de algo inmóvil, de algo congelado por años, por el tiempo mismo que se ríe de nosotros cada vez que recordamos. Y que inconveniente es la conveniencia de tu beso, la de tu cuerpo tan cerca del mío, la de la escarcha de la lluvia allá afuera, mientras del otro lado del ventanal ocurre un incendio. Que inconveniente es volver a encontrarnos y acercarnos en cada fracción, en cada segundo, en cada milímetro de abismo en el que bordeamos nuestra existencia profana, y reconstruimos el pasado en el presente, como si tal cosa pudiera lograrse en una noche. Pero no existe. Nos encomendaron no volver a unirnos y, sin embargo, acá estamos: como dos imanes, atrayéndolo todo. Al menos por un rato, el que dure la eternidad.

De pronto un sonido. 

Casi diría que el viento infame resopla en mis oídos pero no. Un chasquido me devuelve al mundo y entonces recuerdo que pensé todo esto mientras estaba en la fila de Edesur, a punto de pagar la luz que me cortaste. 

martes, 25 de septiembre de 2018

El no decir que se convierte en imán


Imagen Liudas Barkauskas

Ella sale de la escuela y él la espera en la esquina fingiendo varias cosas: que el cierre de su mochila se trabó e intenta destrabarlo, que acaba de despedirse de su grupo de amigos, que recibió una llamada y recién terminó de hablar...cualquier excusa infantil es buena, cualquiera que le dé los minutos que demora Agustina en salir a la calle.

Van caminando juntos por la avenida porque vivir cerca les sirvió de excusa. Para él no importan los autos, los semáforos, los ruidos: nada. Todo su universo pasa por contemplarla, por ver cómo se corre el pelo negro y pesado hacia la oreja, por ver como abraza la carpeta que lleva en las manos y aprieta hacia su pecho, por sentir su olor a vainilla desprendiéndose a cada paso que da, por notar sus piernas flacas y un tanto chuecas al andar, por sus pasos cortos pero ligeros...todo le parece encantador. Pero no dirá nada y, al contrario, dirá todo lo que no piensa sólo para despistarla.

Lo que no sabe nuestro Romeo, es que ella no es de las que adivinan las falsas señales, no sabe que al comportarse así, ella afirmará su teoría de que Federico es un pesado que prefiere caminar con ella para no ir caminado solo, y nada más, nada de nada

El no decir se convierte en imán, el no decir los convierte en silencio, en lo que los repele, en lo que los aleja. Incluso cuando ella preferiría caminar escuchando música, ha llegado al punto en el que el metro ochenta de él la conmueven, la inquietan y la intrigan. Federico, pronuncia Agustina para sí y lo siente, lo ve, lo quiere....así de despistado, de despeinado, de torpe y de inteligente. Tan brillante para algunas respuestas y tan lumpen para hilar los sentimientos, piensa ella, levantando las cejas sin que él lo note.

Pero aún así y pese a todo, su relación se alimenta de falsas señales, de desvíos, de frenadas, de silencios. ¿Y si se hace tarde? ¿Y si nunca más se encuentran? ¿Y si se encuentran pero tarde?
Nadie sabe hasta donde llegan los imanes. 

domingo, 23 de septiembre de 2018

Veneno amargo



Todavía hay peligro, me digo. Tus fragmentos aún están unidos a mi cuerpo. En algún lugar de mi estratosfera te repito, te siento, te pienso. Habían pasado años, eso también lo recuerdo. Meses, días, años, millones de años sin saber de VOS. Agua bajo el puente, témpanos, praderas, silencios. Años de suposiciones, de creencias, de confiar mi destino en la fe; esa fe ciega que dice y repite en loop: “las cosas son mejores así“. Mar furioso, me digo.

¿Cómo no involucrarse de nuevo, si nunca dejé de pensarte? 
Te esperé siglos. Siglos esperé este momento. Estar de nuevo frente a tu boca, y acá no puedo escapar a la verdad de pronunciar y de escribir las palabras acalladas pero justas: esa boca de fuego, carnosa, siempre a punto de ser devorada por mi boca; esa boca por la que hubiera atravesado océanos, por la que hubiera matado a cualquiera, esa boca de ella, mía, tuya, tan tuya, casi incomparable con otras bocas, pero ciertamente inolvidable. Eso sí lo recuerdo bien.

La menta y el mentol flotaban en el aire. La cerveza en tus cachetes, también. Negar hasta lo imposible, me dije antes de salir de casa. Negarlo todo, negarlo bien. Pero ahí estabas, a dos centímetros de mi boca, a dos minutos de estallar contra mis labios, a dos minutos de arrepentirme de todo y, a la vez, de disfrutarte, porque de eso se trata todo en la vida, al final, de disfrutar. Pero ya no quiero que sea al final el disfrute, que sea principio.

Y el principio de todo fue tan turbulento, Federico, tan turbulento que no podría retroceder a cero y ser otra. Porque quiera o no, fui la que soy porque fuiste conmigo. ¿Te acordás que vos me buscabas y yo ni te registraba? En la oficina siempre miraba a un costado cuando hablabas, siempre esquivándote. Cuando era el horario del almuerzo yo inventaba cualquier excusa para no sentarme con vos, y las veces que por algún motivo quedábamos juntos, hacía sonar celulares que no existían para levantarme e irme al patio a hablar con la mujer-máquina que en el 113 te daba la hora ¿En qué momento todo se dió vuelta? ¿En qué momento pasé de ignorarte a llevarte café a tu oficina cuando sabía que era la hora en que te morías por tomar un café? ¿En qué momento pasé de no reírme de tus chistes a festejarte cualquier gansada que dijeras, incluso las que no me hacían reír? ¿En qué momento dejé de esquivarte la mirada, para morir por un segundo de tus ojos en los míos? A veces rebobino casi a cero, pero ese momento nunca supe encontrarlo en mi memoria, jamás. Veneno amargo, siempre amargo el no recordar y de tan amargo, casi necesario (casi).

Y allí, entonces, a dos centímetros del precipicio, a dos milésimas de segundo de comernos la boca, los ojos, la mirada, el cerebro y las manos, a dos minutos de aniquilar nuestra piel contra la piel del otro, de morder, de bordear, de lamer, de pedirte más, de acariciarte, de dejarme, de que te dejes; allí, a fragmentos de milésimas de segundo, a un segundo antes y como en las peores pesadillas, me desperté y ya no supe cómo llamarte, como pronunciar tu nombre.

jueves, 20 de septiembre de 2018

Decir



Las excusas son el puente para encontrarse. Premisa número 143536. Siguiéndola, quizás, nos encontramos. Es un jueves de sol en Buenos Aires, voy caminando por la calle escuchando una playlist de Spotify  que hice pensando en algún recuerdo con vos. Bien, decía, voy caminando. Allí estoy por cruzar el semáforo de Av. Rivadavia y, digamos que, de pronto, te encuentro. Nos encontramos. Es de noche aunque hablé del sol, y lo sé porque la luna se refleja en tus ojos y ese resplandor es una de las cosas más lindas que se pueden ver en la vida. Sigo, me tocás el hombro y me decís ¿Sos vos? ¿Ann? Y allí empieza todo. Que sí, que soy yo, que como estás, que tanto tiempo, que qué es de tu vida. 

Y allí sé que estás casado, que tenés un hijo, y veo fotos de un niño enrulado idéntico a vos pero con la nariz de ella. Entonces que vení, que vamos a tomar algo, que no importa si es medianoche ¿arrancás temprano mañana? entonces me olvido del juzgado, del la conciliación que tengo que hacer y le digo que no, que no importa. Mentir siempre me quedó tan cómodo.

Entonces es de madrugada y nos sentamos en un bar y la luz de la luna sigue titilando en tus ojos y yo titilo un poco también, por el reflejo, ese reflejo inevitable e ineludible de encontrarnos y mirarnos. Sentir que esto es cierto, de algún modo, cierto pese a los años, al tiempo, a la ausencia, al silencio. Sentir que todo esto es verdad, pese a tu vida actual tan alejada de lo que éramos, de cuando nos reíamos de tener hijos, de la vez que tuvimos miedo por si estaba embarazada, de que dijeras que si era un hijo mío sí querías tenerlo, no importaba tener 18 años. Y miro mi vaso de cerveza y vos hablás de viajes a México y yo alucino con México, te digo, me gustaría mucho ir. Y allí la tonta promesa de un viaje juntos y lo más lejos que fuimos fue a La Plata, a pocos kilómetros de donde vivimos. ¿Cómo que estamos en el mismo barrio? Y nos reímos de las coincidencias y salimos del bar a caminar por no sé dónde ya, y ahí, sin decir nada, me arrinconás contra la pared y me besás como nunca antes me habías besado, con la dosis perfecta de amor y de nostalgia, con sabor a menta, con gusto a para siempre, así, diciéndolo todo, me besás.


miércoles, 19 de septiembre de 2018

Cápsula





Mañana podemos morir y dejar de ser lo que hacemos.
Dejar de hacer, dejar de sentir ¿te imaginas?
Dejar de tocar tus manos, de besarte, de lamerte, de morderte.
Dejar que, como si el tiempo nos hubiera calcinado, no estemos más enlazados, 
hambrientos, sedientos.

No quiero morir sin tu beso,
sin tu fiebre,
sin todo el calor que me das cuando te veo,
cuando te siento, 
cuando, por un segundo, pienso en tu voz en mi cuello,
mutando en pequeños espasmos que se avecinan a mis manos,
que se aproximan a mi piel,
que se anudan, tal vez, en mis relieves.

No quiero morir sin desnudarte,
sin posar mi lengua por cada centímetro,
por cada milímetro de piel que me dejes roer.

No quiero morir sin que me desarmes de nuevo,
sin que me alejes del tiempo real donde estamos parados,
sin los suspiros al viento,
sin el abrazo por la espalda, 
sin beber la miel de tu cuerpo.

Mañana podemos morir y no voy a hacer lo que no dejamos que sea.

©Angie Pagnotta, 2018
♥♥♥

lunes, 17 de septiembre de 2018

El árbol del corazón

PH: Angie Pagnotta


El árbol de mi amiga Tatiana tiene forma de corazón. Como ella, que se brinda y abre su intimidad a un pequeño y selecto grupo de privilegiados. Que linda es la sensación de recién conocerte con alguien y sentir que ya te encontraste y te conoces, la gente del “lapsus“ que no teme al lapsus...esa gente tan querible. Tatiana nos unió por esos hilos invisibles que nos conectan, así suceden las mejores cosas. 
Mi cabeza se va un instante y miro hacia adelante y me digo: “que cagada, que justo ahora....”, a veces tengo esa sensación de llegar tarde a una fiesta que se puso buenísima pero ya termina, o como cuando te dicen ¿probaste la torta? Y decís que no y te miran con lastima para rematar con un “la cocinó Francis Mallman”. 
Una sensación de KEEEE me invade por momentos. Pero justo ahora, casi, tal vez, esto es así. 
Y tal vez mañana desde alguna calle impronunciable de Berlín recuerde el árbol y el corazón de Tatiana, así como también el corazón de todos los que amo, admiro y quiero. Tal vez en ese momento piense que todos ellos están ahí, también, latiendo conmigo. 

domingo, 16 de septiembre de 2018

Alguien saldrá derrotado



La mecha de tus ojos se enciende contra mis besos. Lo sé, lo recuerdo. 
Soy derrotada por las palabras, por ellas, por cada una. Soy derrotada por cada silencio, cada espera, cada ruptura. 
Los besos muerden la sal de los labios y, en ese desierto, tal vez, ya nada se encuentre.

©Angie Pagnotta, 2018
♥♥♥

viernes, 14 de septiembre de 2018

Desde dónde y hasta cuándo (y nunca es suficiente)



No sé qué decir cuando dejas tanto silencio. Cuando partís al costado gris del silencio, de la ausencia o del pedido urgente, casi como si fuéramos autómatas en el gusto de conocernos o de hablar. ¿Cómo se responde ante la evidencia de deseo cuando se mecaniza el modo?
A veces hablamos y nos inundamos de una intensidad digna de película, de serie pochoclera o de drama de novela mexicana donde Carlos Alfredo te toma de los hombros, te dice que te ama y te da un beso inolvidable. Después silencio. Silencio estampa. Silencio mudo, sin ruido, sin huellas, sin pistas. Silencio ensordecedor. Silencio sacro. Silencio magro. Silencio. ¿Cómo se responde ante el silencio?
Ni lo mecánico ni lo intenso, pero mucho menos lo gris. Y si hay intensidad que sea, que sea con todo. No puntos medios, no frases hechas, no pedidos burócratas como si fuera la secretaria del 0800. Si vas a ser, sé entero. Los besos, como mis manos, no necesitan demasiado cerebro. No enciendas el fuego que no estás dispuesto a soportar, no reclames cosas que no estás dispuesto a oír, no dañes tus propios deseos por juegos inútiles, no termines oyendo al pequeño monstruo que te guía, ciego, hacia un abismo irremontable. Desde dónde y hasta cuando estamos dispuestos a todo, a nada o a un segundo antes del ascenso del huracán. 

©Angie Pagnotta, 2018

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Nubes en mis ojos



Séptima nube sobre tu cuerpo desnudo.
Prisa.
        Silencio.
Entusiasmo.

Debería descolgarte del pedestal algún día,
debería internarme con vos en una habitación (otra habitación) y tratar de robarle al tiempo el silencio y el vacío,
robarle a los años todas esas noches de verano, 
detener el encanto del tiempo que pasó y volvernos pendejos,
llenos de irreverencia, repletos de pulsión, de pasión, de edulcorante y miel.


Octava nube sobre tu cuerpo desnudo,
sigue pasando el tiempo 
y el reloj que me dice que ya es madrugada,
que mañana voy a arrepentirme de tenerte en mi cama,
de despertar con vos,
de prepararte el café y las tostadas,
de sonreírte estúpidamente mientras te doy la toalla para que te bañes,
de bañarme mientras te vas en tu auto y de sonreír mientras me borro los rastros de vos
¿Cómo quitar los besos? ¿Con qué perfume de jabón taparé la presión de tus manos?
¿Por qué recordaré ese aroma?

Novena nube sobre tu cuerpo desnudo,
las cuento a medida que el cielo se acomoda entre mis ojos y vos.

©Angie Pagnotta, 2018
♥♥♥

martes, 11 de septiembre de 2018

Breve ser


Esta vez voy a ser lo que yo quiero ser, dice una canción de El Mató, una banda Indie de Argentina. Lo interesante de esa frase es la potencia, la chispa, la razón de ser en la que no importa nada más que ser lo que uno, cada uno, quiere ser. Hay demasiada belleza en esa frase, demasiada potencia que, a mi entender, a veces se anestesia o no se escucha. ¿Por qué será que a veces es fácil callar lo que somos? y otras, las veces más felices, es tan difícil lograrlo. Tan difícil silenciar el deseo, la búsqueda, el cuerpo, la belleza. Yo no quiero ser otra, yo quiero ser la que yo quiero ser este día y cada día.

sábado, 25 de agosto de 2018

Fiebre ucraniana

Daria Hlazatova
El cuerpo afiebrado. Los cristales rotos. Las astillas de los vidrios quemándome las manos. El cielo cada vez más gris. A lo lejos una incipiente lluvia gotea por en mi nuca y se desparrama por mi espalda. Sangrante, como un tendón recién cortado, la gota se hace saliva en mi cadera y allí, por la curva, se detiene. La temperatura sube, asciende, se contagia hacia todo el cuerpo. Mis manos no pueden escapar del susurro de tu voz. Y yo me pregunto ¿hasta dónde? ¿hasta cuándo? ¿cuántas veces más caeré en tus mismas trampas? arrebatos que me invento para salir del tedio, para descansar de la vida, para sentir que, de a poco, se aproxima la sed que es todos los fuegos que tuve de vos. 

jueves, 23 de agosto de 2018

Hoy fui feliz


Hoy fui feliz y es insoportable. Tener la sonrisa anclada en la cara. Mirar todo con una ternura inhóspita. Alargar la cara hacia los costados con una media sonrisa tibia y equivalente a una manta en invierno, tener el tic de los ojos sonrientes, elevados, drogados de caloventor y confortabilidad extrema. La sola idea de felicidad, ese borde entre lo que no existe y se construye, ese limbo cuasi sutil donde vos y yo coexistimos en un mismo plano físico, me perturba. La idea, casi escabrosa, de alejarse –del todo– del dolor ¿existe?
Quizás todo esto está en un plano paralelo a la realidad y mi felicidad fue ficción, quizás nada de todo esto/eso pasó y, así, este pequeño caos que siento se me pase esta noche cuando me meta en la cama, cierre los ojos y lentamente caiga en la cuenta de que sigo engrapada y el gato es mi único enfermero.

domingo, 19 de agosto de 2018

Vicisitudes literarias

PH: William Topa

Estaba en un bar. Justo estaba yendo para la barra cuando veo a un hombre al que conozco de vista, pidiendo algo. Me paro al lado sin mirarlo pero sabiendo que me estoy parando al lado. Me empieza a hablar de cosas que ahora no recuerdo y un rato más tarde, me está hablando de sus libros y de su escritura. Saca dos ejemplares de su bolso y me los regala (pudorosa le digo que uno de esos ya lo tengo y cuando me pregunta qué me pareció le confieso que no lo había leído) sonrié y me los dedica. Charlamos hasta que me doy cuenta que es mucho más agradable de lo que me habían dicho. Un rato después me abraza, me dice cosas lindas, se demuestra afectuoso y el tono de todo se vuelve mucho más interesante. Según sé (y recuerdo) es un hombre casado, con hijos. Al pensar en eso me río y miro la escena con desconfianza. Un segundo después me da un beso. Otro segundo después me siento rara. Un minuto después pienso que, a lo mejor, no todo es como dicen aunque lo único que tengo en claro es que está casado, es padre y es escritor.

Todo sigue. Vuelvo a la mesa en la que estaba, con mis amigos y les cuento todo lo que acaba de pasar. Me repiten que es mal tipo. Me recuerdan un par de nombres de mujeres que estuvieron con él y que la pasaron mal, me dicen que hace lo mismo con todas y me advierten que ni se me ocurra pensar en el tipo como algo importante. Al pensar en lo que me dicen me río y miro la escena con desconfianza.

Mayo 2014

Dia de la niña, a mi niña


Cuando era chica escribía mi nombre como ANGI y en vez de un punto en la i ponía un corazón. Fui “Angie“ desde mis 4 o 5 años, aún no recuerdo el puntapié inicial pero sí recuerdo que en segundo año con la Teacher de inglés en el colegio vimos “Angie“ de Rolling Stones y ahí la señorita me dijo “mirá la chica de la canción se llama igual que vos“, en ese momento anclé el recuerdo en el que me sentí Angie. A veces me pongo a pensar en mi verdadero nombre y no me hallo, no me encuentro ¿alguna vez lo sentiré propio?

Me gustaban las cosas de color rosa, violeta y rojo, en el orden inverso hoy me gustan las mismos colores. Empecé a escribir porque intenté dibujar (como lo hacía mi hermana: tan bien, tan lindo) y me salió tan pero tan mal que fui por el paso siguiente: me puse a escribir. Documentaba cosas del día con fotos, recortes, dibujos y palabras en un diario de corazones rosas y lilas al que se accedía con llave y que, al abrirlo, tenía forma de corazón. 

También me gustaban las tortugas ninjas y, sobre todo Rafael: era medio tontolón pero era ROJO, era valiente y aunque a veces tenía miedo iba al frente. El rojo fue mi color siempre, por eso cuando mi papá me hizo de independiente, no dudé. Me regaló un diablito rojo que aún recuerdo y lo que más recuerdo es que me ponía en sus hombros y saltábamos mientras cantábamos el “ico loco“, una canción supongo, inventada, mezcla oda a independiente y oda al barrio. 

Recuerdo que me gustaba encerrarme adentro de un placard y con una linterna iluminaba un librito de cuentos de terror que leía muy entusiasmada y lo que me asustaba más que nada era la voz de mi papá llamándome a comer o sus pasos aproximándose en mi silencio mientras leía. También me acuerdo que pensaba que esa era mi casita, mi departamento de adulta y lo decoraba. Papá después acomodaba todo porque ese espacio era donde él guardaba sus herramientas y yo lo desordenaba para jugar, pero no mucho, me portaba bien. Después pintaba e invitaba a mi familia al patio trasero a que vieran ''mi exposición'' hay un video de eso porque papá grababa todo, cada paso. Al día de hoy lo hace pero con su celular. 

Ya de chiquita era coqueta, me peinaba y arreglaba mucho, sobre todo cuando me podía vestir sola y elegir mis propios vestidos pero, honestamente, mi mamá tenía buen gusto y me ponía linda siempre. Me emocionaba mucho cuando mis tías me maquillaban con las cosas de grande ¡era lo mejor! y me perfumaban rico...me dieron todos los mimos. La maestra descubrió que era coqueta y me ponía su perfume, un perfume que jamás supe cuál era pero que no olvidaré, como sus ojos verdes, hermosos y su sonrisa siempre franca. También me gustaba ver a mi abuela Eve maquillarse, me parecía hermoso verla arreglarse con el Angel face, con la delicadeza con la que se pasaba el delineador por los labios, siempre en un rosa perlado sutil, que le quedaba precioso. Mi abuela se reía y me contaba historias. Siempre la pienso con una sonrisa.

Los recuerdos de la infancia son como atrapasueños, en algún momento ves el centro de lo que sos, pero la mayoría del tiempo ves el álbum completo, el alrededor, el momento en el que te convertiste en una pieza con todos esos enigmas que eras. Volver a esos instantes siempre te conecta con algo que jamás dejaste de ser y eso, es precioso. Celebro ese instante y este en el que escribo esto. También celebro la noción de que quizás, algún día, tenga mi propia niña o niño en mis brazos y, tal vez, pueda grabar y registrar sus procesos, tal como lo hizo mi padre conmigo.

Mates literarios


Cada paso, a veces, puede convertirse en una renovación. Hace casi 10 años que este blog ''Motivar el relato'' se llamaba así y, creo que en el último tiempo no lograba identificarme con ese nombre por completo. 
Hoy pensé que cambiar era renovar el aire de este espacio y por eso pensé en las dos cosas que más me gustan y me son cotidianas: los mates y la literatura. Por eso MATES LITERARIOS, un espacio donde la literatura y la compañía no dejan de estar presentes, donde mientras un texto que leímos nos dispara otro texto, calentamos la pava para un mate (o para un café o un té) y allí nos sumergimos nuevamente en aquello que nos llamó la atención. Por eso un mate y un libro a mano, siempre. Porque entre mates y libros siempre pasa algo. Y aquí, entonces, un texto se dispara y con él una nueva noción desde donde comenzar (o recomenzar).
Bienvenidos y bienvenidas, damas y caballeros. 

martes, 7 de agosto de 2018

Inocencia II

PH David Cohen


Ante las sombras y los destellos, caigo.
Caigo presa de una dualidad que me condena al encanto,
siempre caigo.
Allí estás gigante, inmenso, sumergido en una virilidad inquietante,
allí sos un hombre fuerte, potente, decidido,
y luego, en otra arista, se abre tu sonrisa de niño,
tus labios carnosos que seducen con inocencia,
tu mirada de cachorro ante un gesto, un gusto o un dulce, da lo mismo
todo esconde una mirada tierna que solo veo en algunos momentos
¿Cómo no encantarse ante esa dualidad?
¿cómo no querer perderse en uno y otro hombre de los que sos?

Allí, entonces, quiero arremolinarme entre tu boca,
quiero que te pierdas en mis besos,
quiero caber entre tus manos, entre tus pliegues,
quiero sacar lo peor y lo mejor de vos,
quiero morderte,
quiero hundir mis texturas en tu boca,
y que los pliegues de mi alma se retuerzan en tus labios,
y que vos –dual como sos– me abraces y me carnees,
me estires y me estremezcas,
me choques y me que descomprimas,
                                    me desintegres,
                                    me estalles,
                                    me enmiendes,
y, por fin, me dejes cruzar hacia el abismo y perderme,
                                    hundirme y perderme.

sábado, 19 de mayo de 2018

Distopía


Corre la vida al filo de la navaja
será preciso, entonces, desnudar el amor 
y que el amor, así, nos salve.

Sanar la herida es salvarnos.

Desarmar (te)



Desangrar la herida.
Morder el pasado.
Acariciar el velo de la inercia, correrlo, poseerlo.
Solo así el cuerpo podrá perdurar
sin roerse los propios huesos.

Angie Pagnotta

domingo, 4 de marzo de 2018

No me gustan




No me gustan los que se olvidan pronto de las cosas,
los que no se comprometen con la vida, con nada, ni con ellos mismos
los que prometen decenas de rosas y no traen ni los tallos, ni los pétalos, ni los colores
No me gustan los que no muestran su flaqueza
los que no pierden la cabeza
los que maquillan los huesos y las costillas con aires vacíos, roñosos.
No me gustan los que no sangran los recuerdos
los que no paren con esfuerzo las migas, los deseos, los besos
No me gustan los que no temen
los que nunca piden por ego
los que nunca dan
los que nunca, nunca
No me gustan los tacaños emocionales
los inexpertos de corazón
los que piensan que el triunfo y la victoria son lo único
y se olvidan del camino, del pasado, de los amigos.
Todos ellos,
todas ellas,
no me gustan.
Angie Pagnotta,
Escrito inédito e improvisado, un 3/3/2018 en Buenos Aires, Argentina.

jueves, 1 de febrero de 2018

Todas las noches




Todas las noches
me desarmo por vos.

Me reconstruyo durante el día
con los hilos que dejaste
almendrados en mis manos.

A la tarde vuelvo
a la búsqueda implacable de tu voz rebotando por la casa,
atrayéndome, y
atrapándome,

Todas las noches,
me desarmo por vos,
en tu nombre.

miércoles, 31 de enero de 2018

El universo vuelve a cero


El universo vuelve a cero cada 30 de enero, como aquel viernes de 2009 donde una parte de mí se fue para siempre. Yo estaba de viaje, eso tampoco lo olvido, así como tampoco olvido el viaje en micro desde Entre Ríos a Buenos Aires. Las horas no pasaban más. Un ruido blanco en mis oídos no me dejaba frenar la cabeza ni un minuto. Los flashes estaban ahí, en cada mínimo gesto que recordaba, en cada palabra. Me despedí de mi madre un 29 de enero. La vi mal, pálida, frágil. Me acuerdo los detalles y me duele como si fuera ahora el momento. Salí triste de su habitación, miré para atrás y ella entrecerraba los ojos, esa fue la última vez.
Cuando estaba yéndome a Entre Ríos le dije a mi papá: "Llevala al médico, no está bien" Pese a que lo hizo, al día siguiente falleció. Me llamó mi papá por teléfono pero mi hermana fue quien me lo dijo. Comencé a gritar y los gritos de ese día no los olvido porque nunca sentí tanta impotencia, tanta tristeza juntas. Quería teletransportarme. Esos 296 kilómetros me parecían infinitos y lloré todo el viaje, eso es todo lo que recuerdo. El 31 de enero la velamos en Caramuto, tampoco me olvido. Cada vez que paso por ahí, en Av. Independencia, no puedo evitar mirar para arriba y clavo los ojos en esa sala donde la velamos. Todo esto es un recordatorio, me digo. Cada día lo es. A veces sueño con mi mamá, ella sabe que murió y sin embargo me habla de cosas que pasaron después de su muerte, como si supiera. Será que sabe, claro. Sabrá, entonces, que la extraño, que los últimos dos años de su vida, especialmente, fueron los más hermosos que compartimos juntas. Sabrá que tiene una nieta preciosa, que su marido sigue siendo un sol, que yo, bueno, sigo siendo como siempre: un pequeño terremoto alegre y, aunque todas las cosas están bien, la dicha sería completamente entera si estuviera para disfrutar de todo lo lindo que vino después. Pero yo sé que estás, mami, yo sé que en algún lado estás.
Siempre te amo, siempre estás en mi corazón y en mí; infinitamente vos, como dice mi tatuaje.

Corazón blindado

 Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo,  con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...