De vientos y de lluvias se llena el universo. Y, mientras tanto, todo es un desatino, una llamada interna de algo inmóvil, de algo congelado por años, por el tiempo mismo que se ríe de nosotros cada vez que recordamos. Y que inconveniente es la conveniencia de tu beso, la de tu cuerpo tan cerca del mío, la de la escarcha de la lluvia allá afuera, mientras del otro lado del ventanal ocurre un incendio. Que inconveniente es volver a encontrarnos y acercarnos en cada fracción, en cada segundo, en cada milímetro de abismo en el que bordeamos nuestra existencia profana, y reconstruimos el pasado en el presente, como si tal cosa pudiera lograrse en una noche. Pero no existe. Nos encomendaron no volver a unirnos y, sin embargo, acá estamos: como dos imanes, atrayéndolo todo. Al menos por un rato, el que dure la eternidad.
De pronto un sonido.
Casi diría que el viento infame resopla en mis oídos pero no. Un chasquido me devuelve al mundo y entonces recuerdo que pensé todo esto mientras estaba en la fila de Edesur, a punto de pagar la luz que me cortaste.
Lugares con tiempos muertos, donde oímos las pausas, huellas, y memorias.
ResponderEliminarExacto, quería de algún modo condensar eso mismo, esos tiempos muertos donde rebobinamos y encontramos fragmentos, algunos interesantes, otros no tanto.
ResponderEliminar¡Gracias por pasar, Horacio! Beso
"Al menos por un rato, el que dure la eternidad..." Brillante, Angie. Me saco el sombrero que no llevo.
ResponderEliminarAbrazo.
Gracias, Carlos. Que lindo saber que puedo alcanzar esa sensación en vos. Abrazo largo.
Eliminarme resulto muy interesante este texto y el blog en general no lo conocía pero me encanto encontrarlos....gracias!!
ResponderEliminarIvonne
Muchas gracias, Ivonne. Ojalá sigas leyendo estos relatos y estos mates literarios. Beso.
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