Imagen Liudas Barkauskas |
Ella sale de la escuela y él la espera en la esquina fingiendo varias cosas: que el cierre de su mochila se trabó e intenta destrabarlo, que acaba de despedirse de su grupo de amigos, que recibió una llamada y recién terminó de hablar...cualquier excusa infantil es buena, cualquiera que le dé los minutos que demora Agustina en salir a la calle.
Van caminando juntos por la avenida porque vivir cerca les sirvió de excusa. Para él no importan los autos, los semáforos, los ruidos: nada. Todo su universo pasa por contemplarla, por ver cómo se corre el pelo negro y pesado hacia la oreja, por ver como abraza la carpeta que lleva en las manos y aprieta hacia su pecho, por sentir su olor a vainilla desprendiéndose a cada paso que da, por notar sus piernas flacas y un tanto chuecas al andar, por sus pasos cortos pero ligeros...todo le parece encantador. Pero no dirá nada y, al contrario, dirá todo lo que no piensa sólo para despistarla.
Lo que no sabe nuestro Romeo, es que ella no es de las que adivinan las falsas señales, no sabe que al comportarse así, ella afirmará su teoría de que Federico es un pesado que prefiere caminar con ella para no ir caminado solo, y nada más, nada de nada.
El no decir se convierte en imán, el no decir los convierte en silencio, en lo que los repele, en lo que los aleja. Incluso cuando ella preferiría caminar escuchando música, ha llegado al punto en el que el metro ochenta de él la conmueven, la inquietan y la intrigan. Federico, pronuncia Agustina para sí y lo siente, lo ve, lo quiere....así de despistado, de despeinado, de torpe y de inteligente. Tan brillante para algunas respuestas y tan lumpen para hilar los sentimientos, piensa ella, levantando las cejas sin que él lo note.
Pero aún así y pese a todo, su relación se alimenta de falsas señales, de desvíos, de frenadas, de silencios. ¿Y si se hace tarde? ¿Y si nunca más se encuentran? ¿Y si se encuentran pero tarde?
Nadie sabe hasta donde llegan los imanes.
Pero aún así y pese a todo, su relación se alimenta de falsas señales, de desvíos, de frenadas, de silencios. ¿Y si se hace tarde? ¿Y si nunca más se encuentran? ¿Y si se encuentran pero tarde?
Nadie sabe hasta donde llegan los imanes.
me gusto mucho el texto....me hizo acordar a parte de mi propia historia....escribis lindo.....
ResponderEliminarM.
Muchas gracias, M. Los recuerdos y lo que queremos recordar a veces se unen en un texto, ¿no?
Eliminarcálido texto y esperanzador. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Horacio. Esa calidez casi inocente y lo incierto son factores que a veces me interesan. Que bueno que lo veas así, saludos y gracias por pasar.
EliminarMe los imaginé caminando juntos, en silencio, pensativos, inquietos por dentro. Muy adolescentes de medias caídas. Me dio ternura.
ResponderEliminarBesos!
Ay, es que tal cual. Adolescentes totales y como decís, mucha inquietud interna :) ¡Besos!
EliminarCon tu destreza descriptiva estás develando cómo funciona la mente de quienes se atraen... La vida es riesgo de que vuelvan o no a encontrarse, si es que siguen siendo imanes.
ResponderEliminarLa imagen que elegiste para ilustrar tu texto lo dice todo.
Abrazo, Angie.
Ay, Carlos, que lindo tu mensaje. Creo que, indefectiblemente, si siguen siendo imanes podrán encontrarse. Ahí, en ese después -si existe- lo confirmarán o no, tal como decís. Apuesto a que sí, pero nunca se sabe...el destino es cosa rara.
Eliminar¡Gracias por pasar!
He retrocedido en el tiempo y me he visto en una situación parecida... ay... esa timidez tan estranguladora!!!
ResponderEliminarBesos.
Hola TORO SALVAJE, primero gracias por pasar. Y qué bueno que te hayas visto en esta situación, que bueno tener esa empatía. Tomo totalmente lo que decís, es una timidez estranguladora, pero también es estrangulador ese DECIR y no decir, ese CASI SI y casi no...si hay algo que hace el tiempo es que tropecemos con las mismas piedras, pero también que aprendamos algo de esos tropiezos ¿no?
EliminarAbrazo.
ResponderEliminarImanes llenos de silencios y emoción.
Mira que se pasa mal en la adolescencia con el amor, que se hace un mundo.
Saludos.
Hola Verónica, sí, totalmente, se hace un mundo de cada cosa. Algunas prosperan, otras se olvidan.
EliminarSaludos y gracias por pasar.