martes, 27 de noviembre de 2018

Día 5 | Dos horas de vida entera


Todo fue besarnos. Todo fue volver a descubrir el cuerpo del otro, pese años años. Tocarnos. Creo que de a poco borré algunas huellas y planté otras. Eso lo supe ni bien confesaste lo más hermoso que te pueden decir en momentos así. Tranquilo, lo guardo para mí. Ardernos juntos. Sentir el calor de la piel hirviendo a 50 grados. Quemar todo y arder, si fuera necesario y lo era, lo fue. Besarnos como si no hubiera mañana, como si no existiera otra cosa que ese momento, que esa ingravidez que producen los besos más sensuales. Tomarte entre mis manos, olerte, sentirte, lamerte, perderme en tus formas, en tus texturas: sentirte. Así la vida, entera, aunque duren dos horas. Así, aunque tuviera que inventarme refugios posteriores para desprenderme de tu piel de reptil. Quemar todo y arder, de eso se trataba. Eso hicimos. Eso pasó.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Día 6 | Y con eso basta


No todo estaba dicho. 
En el sótano de mi casa había una caja azul y pesada con una pila de papeles, fotos, regalos, flores secas, notas y algunos discos. Un día, diez años después (como esa canción pegadiza de Calamaro) la abrí. Allí encontré un cuaderno que decía ''Cosas que quise decir pero nunca dije''. La etiqueta no podía ser más misteriosa pero yo recordaba perfectamente ese cuaderno, esas historias. 
Me senté en la madera crujiente y me puse a leer el anecdotario del amor, del desamor, de los días de verano, de las tardes en la plaza, de una increíble catarata de deseos y amor. Y de eso se trata, pensé, siempre se trató de eso: amar y desear como dos faroles prendidos las 24 horas del día, los 365 días del año. No hubo día, Federico, no hubo día en que no te quisiera besar. Y allí estaban los recuerdos adolescentes de un montón de palabras que se fueron agolpando con el viento detrás en una puerta que no volví a abrir jamás. Y busco aún hoy mil metáforas para decir lo impronunciable que es tan cierto como mi nombre: siempre te amé. 

Hasta que hoy, hasta hace un rato, lo procesé y lo dije por primera vez, a viva voz. No, no dije te amo, dije ''te amé'', o, mejor dicho, dije todo lo que ese ''te amé'' significó: risas, silencios, pausas, amores, deseos, furias, cama, sexo, terrazas donde acostarnos, sillones donde besarnos, taxis donde acurrucarnos, rincones donde amarnos, esquinas donde tocarnos, pasajes donde bebernos como si no hubiera otra agua en el mundo más que la de tu boca. Y vos, casi con la misma voz de aquel entonces dijiste lo mismo. Por una vez correspondiente a mis palabras y ahí sentí que un baño de sal cubría mi herida. ¿Sabés cómo fue vivir con la herida latiendo? a veces de la nada sentía latidos breves, otras una especie de adormecimiento y a veces dolía como si recién me hubiera cortado. Pero, a pesar de la profundidad, nunca odié ni a mi herida ni a vos. Esa herida, hoy lo veo, me hizo ser quien soy. 

No hay tiempo como el presente, me digo al terminar de leer ese cuaderno azul. Tiempo presente y solo tiempo, de eso se trata. El presente me devuelve tu risa sincera y tal vez no ahora, pero sé que mañana o pasado, me quedará el recuerdo endulzado de una herida de guerra que cicatrizó con el amor más neurótico y obsesivo, pero también con toda la sinceridad posible. 
Y con eso basta.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Día 7 | De boca a tu boca


Todo comenzó con un pequeño fuego en tu labio inferior. Lo recuerdo bien. Hacía un poco de frío y los dos íbamos en un taxi camino a un nuevo bar. Era tarde pero no tanto como para querer volver a casa y, además (siendo honesta) no quería volver a otro lugar que no fueran tus besos, esos besos que recordaba a fuego. Lo supe antes de salir, lo confirmé después. De pronto un bache. ¿O eso fue después?
Cierto, fue después.

Casi no puedo recordar la trama perfecta de lo dicho, recuerdo la Avenida, recuerdo que sonaba una música espantosa en la radio del taxista, recuerdo hasta la incomodidad de una de mis piernas demasiado en el medio del auto y la otra demasiado de costado, recuerdo que tenía calor por la calefacción, recuerdo que me preocupaba la cercanía de tu cuerpo y el mío, pero no puedo recordar exactamente que artilugio, que palabra, que tropiezo. Pero ahí tropezamos, vos con mi boca y yo con la tuya, dos bocas que se entienden más que cualquier otra boca. Deseo intacto, deseo eterno. Balbuceé. Todavía no aprendo a decir cuando no sé que decir. Dije pequeños gimoteos que podrían haber sido de un niño pequeño o de una adulta que a sus 30 años aún no sabe expresarse de forma correcta sin ser demasiado obvia, demasiado niña, demasiado transparente (guilty) Sonreímos, eso sí lo recuerdo. Tu sonrisa perfecta, desnuda de trampas: hermosa. Y luego un bache glorioso me tiró encima tuyo y nos volvimos a besar. En ese instante amé todos y cada uno de los baches de las calles de Buenos Aires. Amé todas y cada una de las fatalidades que, una vez más, me ponían de boca a tu boca.

Arder o reventar - aquí y ahora

Aclaración: Dado que el blog erótico que abrí es extrañado y requerido, pero dado que cuando quiero compartirlo me ''prohibe'' por que puedo herir la sensibilidad, es que migro, en este posteo, todas las entradas de Arder o Reventar, blog que continuaré aquí.

I. NUNCA ALCANZA

Será que nunca alcanzan los espacios. Nunca es suficiente un lugar sólo para contemplar, para escribir, para renacer. Arder o reventar se trata de todas las cosas políticamente incorrectas, rebeldes, eróticas, pornográficas, pornoeróticas y sensuales. Se trata de la piel, del movimiento, del alma, del cuerpo. Se trata de oler, lamer, succionar, apretar, distender. Se trata, en suma, del movimiento sensual del cuerpo, de envolverse en otro, de sentir, de tocar. 
Para todo lo demás está el cielo y el mundo, mientras tanto, arder o reventar, esa es la cuestión.

II. WHOLE LOTTA LOVE

Esta frase de Carl Gustav Jung (uno de mis escritores y pensadores favoritos) marida bien con esta canción de Led Zeppelin, del año 1969 y salió como tema que abre el disco disco Led Zeppelin II. 
Want to whole lotta love



III. DERRUMBÁNDONOS
''Yo no sabía que sus caderas respondían a un mar sediento. Así, con contornos irreversibles e imprevisibles, me amaba. Hundía cada fragmento de su cuerpo hasta dejarme inmóvil. La sed, de a poco, derramaba fluidos en mi boca y yo, sin dudarlo, lo devoraba.''
(Fragmento de «Derrumbe» de Angie Pagnotta) 



IV. 100 AÑOS

Me hubiera quedado 100 años sin soledad y entre tus piernas, 
mordiendo la dulzura exacta de tu piel, 
cayendo, irresistiblemente, ante la oposición de tu gravedad y la mía. 
Podría. Podría (mos) pero los dos pensamos demasiado en que dirán nuestras consciencias, nuestros deberes, nuestras obligaciones indómitas. ¿Será que el néctar de los dos es solo para privilegiados?

V. TU PERFUME ME DIRÁ CÓMO SALIR

Es de noche. El auto se detiene en punto muerto. Una pila de expedientes se amontona en mi falda. Desajustás tu corbata y te inclinas hacia mi. Me mirás despacio y con la calma de un animal que está por bordear con los dientes a su presa. Me quitas los lentes y me lames la boca. Luego tus labios se expanden en mi y estamos besándonos. Mis medias parecen agrietarse más ante tu lengua, tu fuerza, tu perfume. Todo estaba ahí, siempre estuvo ahí.

VI. MORDER EL DESEO

Muerdo tu boca en un segundo. La noche es tibia. Empiezo a lamer tus dedos de a poco. Primero bordeo el pulgar, luego lo beso, después lo absorbo. Escucho las cortinas zigzaguear por un viento repentino que nos envuelve y nos arroja a la cama. Tus manos se deslizan apresuradas. Corrés el hilo de mi ropa interior, corres el cuerpo para consumir el banquete. Delicado primero, desmesurado después. En tus ojos se enciende un fuego que avivamos desde hace años. Tu lengua hierve en mi cuerpo. Tu boca de caimán se detiene en estocadas firmes, empujar, corrompe, corroe, amenaza. Mis piernas tiemblan. Mis manos aprietan las sábanas y tu pelo como si a fuerza de remolinos se pudiera detener el tiempo. El viento arrasa el ventanal y el reloj. Tu boca esponja todo lo contiene, todo lo absorbe en la marea. El silencio hondo de un segundo se convierte en ahogo y presión, tu dedo vuelve a mi boca, tu mano me acaricia el pelo como queriendo dormir a una niña pequeña. Mis ojos pierden el foco, tu mirada me devuelve a la realidad y el mar, que no calma, sigue arrasando todo con un beso inexplicablemente inocente y delicado, y me encanta. 

VII. NO EXISTE

Una fijación que se trama a través del tiempo. Se vuelve intensa en la memoria. Se vuelve lluvia, se vuelve viento arremolinado. Ahí estás, abarcando mi tiempo, abriendo las fronteras: hechizando. No hay beso que no te diera sin fuego. No existe.

VIII. ALGO QUE DECIR ESTA NOCHE


IX. DERRAMAR

Prometimos un mes. Prometimos morder, curar, sanar y marcar el ritmo del deseo en nuestros besos. Prometimos un nido, una cápsula, un tiempo nuestro. Prometimos mimos, besos, palabras sinceras, las poquísimas mentiras posibles y un colchón en llamas. Prometimos amor, calor, miradas de fuego y saliva. Prometimos lamer, acariciar, bordear, contornear. Prometimos querer, poder y atragantar. Pero también prometimos arder; arder  tanto que el fuego de tu boca y de la mía no pare –nunca, jamás– de crecer. 




Todos los fragmentos de esta entrada, como todos los textos del blog son propiedad de ©Angie Pagnotta, a menos que esté aclarado otro autor/a.



viernes, 16 de noviembre de 2018

Los primeros 10 días

Foto tomada en la estación Schöneweide



''I chase the wind of a prism ship
to taste the sweet and sour.''

–The Court Of The Crimson King, King Crimson



Hace días que algunos me piden apreciaciones por escrito sobre Berlin. Hace días, también, que no puedo escribir prácticamente nada. Sin embargo hoy, entre el sol matutino y el mate (sobre todo porque ayer me compré 1 kilo y medio de La Merced, JUSTO la yerba que siempre tomo siempre, para que nunca me falte) es que pude sentarme a escribir y darle forma a una nota pendiente que saldrá en Baires Digital pronto; una de esas notas/entrevistas que me gustan donde indago en lo profundo de un lugar y de, en este caso, un espacio de arte. Terminé la nota y me puse a pensar que podía contarles sobre estos 10 días acá.

Un poco sigo sin palabras y otro poco sigo sintiendo ''nada''. El nada es entre comillas porque no es literal, lo que siento en realidad no lo puedo poner en palabras; es raro pero es en serio: no puedo. Yo, la niña palabras, la niña a la que todo le encuentra la forma y el modo, no sé como decir lo que siento y tal vez, entonces no sienta. Realmente me siento como si no sintiera nada especial. Es algo extraño y es una sensación que jamás había tenido, pero también estuve aprendiendo de eso, de no sentir y que esté bien. 

Hace unos días, antes de venir, creo que desde el 2 de noviembre (viajamos el martes 6) es que ya me costaba sentir. Me decían ¿estás re ansiosa? y yo ''no, para nada'' ¿estás a mil maquinando? y yo ''no, vengo súper tranqui''. El día de la presentación de ''Los desiertos efímeros'' en Esfera me preguntaban lo mismo y yo dije casi todas las veces: ''estoy contenta y tranquila''. Y así estaba, contenta y tranquila. Esa tranquilidad se mantuvo (y se mantiene) a diario. Creo que mi mente no se estresó pero sí mi cuerpo, porque me enfermé allá y al llegar acá. Nada grave, obvio.  Acá anginas, producto de que el primer día, no sabía bien el sistema de abrigo y desabrigo. No sentir también es una forma de sentir y fui descubriéndola y entendiendo por qué me pasaba.Todo esto también creo que tiene que ver con el resabio de cosas que voy comprendiendo y son muy personales, pero que fui entendiéndolas una a una y ahora comprendí más por qué las cosas se fueron dando de este modo.

En otro orden de cosas ayer viajé en tren y sola por primera vez. Me sentí bien. En mis auriculares sonaba Nirvana y el fondo era trash y punk, desde la estación Schöneweide camino a Alexanderplatz. Fueron solo 6 o 7 estaciones pero sentí algo muy lindo durante ese tramo, primero por llegar a destino sin problemas y segundo, por la paz del instante y por la soledad acompañada de música y sentir, en ese ratito, que todo iba inmensamente bien. Sonaban lindas canciones de Cerati, Los Redondos y Las pelotas y me sentí como en casa. Todo esto que vivo desde hace 10 días es una oportunidad para crecer y para avanzar hacia el lugar que más quiera, eso es lo que tengo en mente y muy claro. Pulsos efímeros, así son las cosas. 

La música perfecta para este texto, es esta: https://www.youtube.com/watch?v=gvCmtHDDuu0


viernes, 9 de noviembre de 2018

Cierta Distancia: Angie Pagnotta - Cuestionario básico

Cierta Distancia: Angie Pagnotta - Cuestionario básico: 1.- ¿Por qué escribes? Escribo porque necesito decirme con palabras. Porque no encontré un modo más eficaz de expresar, de sentir y...



Gracias a Cierta distancia por la convocatoria.

Corazón blindado

 Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo,  con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...