I. NUNCA ALCANZA
Será que nunca alcanzan los espacios. Nunca es suficiente un lugar sólo para contemplar, para escribir, para renacer. Arder o reventar se trata de todas las cosas políticamente incorrectas, rebeldes, eróticas, pornográficas, pornoeróticas y sensuales. Se trata de la piel, del movimiento, del alma, del cuerpo. Se trata de oler, lamer, succionar, apretar, distender. Se trata, en suma, del movimiento sensual del cuerpo, de envolverse en otro, de sentir, de tocar.
Para todo lo demás está el cielo y el mundo, mientras tanto, arder o reventar, esa es la cuestión.
II. WHOLE LOTTA LOVE
Esta frase de Carl Gustav Jung (uno de mis escritores y pensadores favoritos) marida bien con esta canción de Led Zeppelin, del año 1969 y salió como tema que abre el disco disco Led Zeppelin II.
Want to whole lotta love
III. DERRUMBÁNDONOS
''Yo no sabía que sus caderas respondían a un mar sediento. Así, con contornos irreversibles e imprevisibles, me amaba. Hundía cada fragmento de su cuerpo hasta dejarme inmóvil. La sed, de a poco, derramaba fluidos en mi boca y yo, sin dudarlo, lo devoraba.''
(Fragmento de «Derrumbe» de Angie Pagnotta)
IV. 100 AÑOS
Me hubiera quedado 100 años sin soledad y entre tus piernas,
mordiendo la dulzura exacta de tu piel,
cayendo, irresistiblemente, ante la oposición de tu gravedad y la mía.
Podría. Podría (mos) pero los dos pensamos demasiado en que dirán nuestras consciencias, nuestros deberes, nuestras obligaciones indómitas. ¿Será que el néctar de los dos es solo para privilegiados?
V. TU PERFUME ME DIRÁ CÓMO SALIR
Es de noche. El auto se detiene en punto muerto. Una pila de expedientes se amontona en mi falda. Desajustás tu corbata y te inclinas hacia mi. Me mirás despacio y con la calma de un animal que está por bordear con los dientes a su presa. Me quitas los lentes y me lames la boca. Luego tus labios se expanden en mi y estamos besándonos. Mis medias parecen agrietarse más ante tu lengua, tu fuerza, tu perfume. Todo estaba ahí, siempre estuvo ahí.
VI. MORDER EL DESEO
Muerdo tu boca en un segundo. La noche es tibia. Empiezo a lamer tus dedos de a poco. Primero bordeo el pulgar, luego lo beso, después lo absorbo. Escucho las cortinas zigzaguear por un viento repentino que nos envuelve y nos arroja a la cama. Tus manos se deslizan apresuradas. Corrés el hilo de mi ropa interior, corres el cuerpo para consumir el banquete. Delicado primero, desmesurado después. En tus ojos se enciende un fuego que avivamos desde hace años. Tu lengua hierve en mi cuerpo. Tu boca de caimán se detiene en estocadas firmes, empujar, corrompe, corroe, amenaza. Mis piernas tiemblan. Mis manos aprietan las sábanas y tu pelo como si a fuerza de remolinos se pudiera detener el tiempo. El viento arrasa el ventanal y el reloj. Tu boca esponja todo lo contiene, todo lo absorbe en la marea. El silencio hondo de un segundo se convierte en ahogo y presión, tu dedo vuelve a mi boca, tu mano me acaricia el pelo como queriendo dormir a una niña pequeña. Mis ojos pierden el foco, tu mirada me devuelve a la realidad y el mar, que no calma, sigue arrasando todo con un beso inexplicablemente inocente y delicado, y me encanta.
VII. NO EXISTE
Una fijación que se trama a través del tiempo. Se vuelve intensa en la memoria. Se vuelve lluvia, se vuelve viento arremolinado. Ahí estás, abarcando mi tiempo, abriendo las fronteras: hechizando. No hay beso que no te diera sin fuego. No existe.
VIII. ALGO QUE DECIR ESTA NOCHE
IX. DERRAMAR
Prometimos un mes. Prometimos morder, curar, sanar y marcar el ritmo del deseo en nuestros besos. Prometimos un nido, una cápsula, un tiempo nuestro. Prometimos mimos, besos, palabras sinceras, las poquísimas mentiras posibles y un colchón en llamas. Prometimos amor, calor, miradas de fuego y saliva. Prometimos lamer, acariciar, bordear, contornear. Prometimos querer, poder y atragantar. Pero también prometimos arder; arder tanto que el fuego de tu boca y de la mía no pare –nunca, jamás– de crecer.
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