martes, 26 de septiembre de 2017

Un clavo pasajero (Fragmento)







Un plácido domingo en mi inconsciente. Federico está sentado en el sillón o más bien tendido, como si fuera una remera apoyada en la tabla de planchar. Su cuerpo es una subasta de veranos pasados. Atiende el teléfono que suena a cada rato. Putea. Mueve la cabeza. Anota. Se inyecta de una rabia pasajera que tiene que ver más con su ego que con la supuesta angustia de ser tan solicitado. "Tengo otra entrevista hoy", dice como quién no quiere la cosa. Antes me preocupanba por saber detalles. Casi siempre eran chicas de mi edad, estudiantes de cualquier carrera de letras o psicología, interesadas hasta la médula en la obra de Federico y en él, claro. Cada vez que me veían en casa mientras lo entrevistaban, decían "ay, que afortunada que debe ser tu mujer, estar con un hombre así" ¿Qué responder? sólo sonreír. A veces me acercaba a él y le partía la boca de un beso: a Fede le encantaba, yo me quedaba contenta y la chica en cuestión moría de envidia, por supuesto. Antes me preocupaba porque temía que fuera a engañarme con alguna o que se encantara con alguna chica, pendeja como yo. Ahora, por momentos, pienso que eso sería lo mejor, que llegue otra pendeja que saque a la pendeja, el famoso clavo que saca otro clavo. Luego vuelvo en mí y sé que todo es pasajero, que verlo tendido en el sillón es pasajero, que la euforia por el libro es pasajera y que, cuando todo haya pasado y todo haya dejado de temblar, podremos volver a ser uno.


Fragmento de "El escritor inalcanzable"

viernes, 22 de septiembre de 2017

Crónicas de viaje | Berlín | Molecule man




Cuando llegamos a Berlín una de las cosas que no quería perderme era ver en vivo lo que está en la foto. Se trata del "Molecule Man", una escultura alojada en medio del Spree, a orillas del Elsenbrucke y a la sombra de la torre Alliance. En ese punto se unen los barrios Friedrichshain, Kreuzberg y Treptow. Para el escultor estadounidense Jonathan Borofsky, estas tres figuras unidas en el centro no solo se refieren a todas las moléculas de los humanos unificándose en una, en la cual el agua y el viento también son partícipes; sino en el caso de Berlín también simboliza la unión entre el Este y el Oeste. Yo no sabía todo esto cuando, de casualidad y googlendo para encontrar una imágen para un texto de este blog, (y años antes del viaje) encontré unas fotos de esta escultura y quedé hipnotizada. Esta obra de 30 metros de altura y 45 toneladas de peso engloba muchas cosas para mí. Entre las cosas más fuerte que me pasan, me resulta interesante notar cómo un elemento tan firme, de un acero duro y rígido adquiere una sensibilidad extra que la hace mutar de sentidos y significancias. Cómo se entrelazan los puntos que unen y nos unen a unas y otras personas y, sobre todo el contraste de notar que en ese concepto también hay encerrado algo de la esencia de Berlín.

viernes, 15 de septiembre de 2017

El escritor inalcanzable, fragmento



Estoy enamorada de una sombra, o de un recuerdo. Hace semanas que Federico dejó de hablar y sólo se limita a balbuceos monocromáticos de "no", "sí", "tomemos café". Su cuerpo y su mente están absorbidas por el trabajo de su próxima novela, sus hijos, sus ex mujeres. La última de la cadena soy yo, la pequeña novedad, la que —cada tanto— lo expulsa del universo de la escritura. Soy yo, entonces, con la que puede salir a la noche, a quién puede besar y acariciar, a quién le dedica una canción en el piano o a quién le lee algún cuento de Carver, Bolaño o Pessoa. ¿Y qué hago yo cuando no puedo hablar?... escribo. Como si estar viva no fuera suficiente, escribo. Como si la escritura de Federico no fuera suficiente, escribo. Pero mi escritura tiene que ver con miserias propias y mi mundo interno. Con el pequeño infierno que se desata en mí con la mínima indiferencia. Con el desamparo. Con los miedos. Con la culpa. Con el placer y el deseo irrefrenable de, todo el tiempo, necesitar placer. Escribir me da el manto de piedad que necesito para mí misma: ya no sé exorcizar mis fantasmas de otra forma. Y ahora, con Federico, aprendí a escribirme a mí misma también. 

Nos sirvo más café, le beso el cuello y me hundo en el papel como si fuera la última cosa que existiera en el planeta.

Fragmento de "El escritor inalcanzable", novela en curso.

martes, 12 de septiembre de 2017

viernes, 8 de septiembre de 2017

Latin Geisha



Soñé que era japonesa
y tenía un kimono violeta, encantador, 
con flores delicadas 
abrazándome.

Tenía, otra vez, el pelo negro azabache y largo
los labios pálidos y mate rojo,
unas pequeñas sandalias, de un dorado sutil,
tomaba té en una taza con un fragmento de una historia de guerreros samurai
mientras bebía contemplaba un sakura, el cerezo más perfumado que olí jamás
Mi andar era distinto
y mis ojos se detenían más en los detalles
tenía una paz envidiable,
los ojos occidentales
y unas garras de leona salvaje

Soñé que era japonesa y,
hoy cuando desperté,
lo seguí siendo.


martes, 5 de septiembre de 2017

Amor japonés, toma 2



La ilustración es de Ikenaga Yasunariy, un artista japonés nacido en 1965. Investigando sobre él encuentro una nota del portal Cool Japan donde le preguntan: ¿Cuál es la peculiaridad en la belleza de las mujeres japonesas?, la respuesta es hermosa y la ilustración me tiene enamorada:
"YI: Ahora tengo cincuenta años. Ya no me atrevo a acercarme a las mujeres a ciegas ni de manera irresponsable. Las mujeres son como una fuente, hacen surgir el agua con tranquilidad en el fondo de la espesura. Al adentrarme en esta maleza y mirar en la fuente, veo reflejada mi figura, un pintor miserable en el comienzo de la vejez. Si toco su superficie con un dedo, las ondas que produce el agua en círculos concéntricos hacen mi figura miserable todavía más fea. Sin embargo, no puedo evitar besar la superficie del agua y continuar bebiendo de ella. Las mujeres son como una fuente, una fuente que contiene crueldad. Los párpados y los labios mojados con abundante humedad, y el negro pelo negro enredándose en su curvado cuerpo. Su comportamiento es como si fuera un silencioso y ligero oleaje. Siento que las mujeres japonesas poseen una hermosura que se puede asemejar a una fuente"

Sin saber de vos





Dedicado a Santiago Maldonado




¿Dónde estás?
algo tan simple,
pero hoy
es una pregunta que duele.
Es una botella en el mar, arrojada a la suerte de un río tempestuoso,
anclada en el recuerdo y en el instante,
en el sonido y el aroma
del segundo previo
a la última vez que nos miramos.

¿Dónde estás? Y es tan simple preguntarlo
pero tan doloroso no saber, cuando no hay respuesta.
Sin saber de vos, otro día más
y el mundo se vuelve tan opaco, tan oscuro
tan doloroso como triste
tan punzante, tan profundo,
tan lleno de miedo que el dolor atraviesa la garganta al gritarlo: 
¿DÓNDE ESTÁS,
SANTIAGO MALDONADO?
¿DÓNDE?

y el silencio destruye todas las sonrisas.

y si Santiago estuviera,
seguro él también se preguntaría
¿A dónde fuiste?
¿Quién te llevó?
O, simplemente gritaría,
como vos, como yo,
¿dónde estás?
si alguna vez te llevan,
si alguna vez te desaparecen
él también preguntará por vos
y yo también.

Poesía escrita por Angie Pagnotta, a raiz de una convocatoria de Giselle Aronson, para pegar poesías y textos por las calles de Buenos Aires, el 01/09/2017

Corazón blindado

 Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo,  con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...