Cuando llegamos a Berlín una de las cosas que no quería perderme era ver en vivo lo que está en la foto. Se trata del "Molecule Man", una escultura alojada en medio del Spree, a orillas del Elsenbrucke y a la sombra de la torre Alliance. En ese punto se unen los barrios Friedrichshain, Kreuzberg y Treptow. Para el escultor estadounidense Jonathan Borofsky, estas tres figuras unidas en el centro no solo se refieren a todas las moléculas de los humanos unificándose en una, en la cual el agua y el viento también son partícipes; sino en el caso de Berlín también simboliza la unión entre el Este y el Oeste. Yo no sabía todo esto cuando, de casualidad y googlendo para encontrar una imágen para un texto de este blog, (y años antes del viaje) encontré unas fotos de esta escultura y quedé hipnotizada. Esta obra de 30 metros de altura y 45 toneladas de peso engloba muchas cosas para mí. Entre las cosas más fuerte que me pasan, me resulta interesante notar cómo un elemento tan firme, de un acero duro y rígido adquiere una sensibilidad extra que la hace mutar de sentidos y significancias. Cómo se entrelazan los puntos que unen y nos unen a unas y otras personas y, sobre todo el contraste de notar que en ese concepto también hay encerrado algo de la esencia de Berlín.
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Corazón blindado
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