martes, 26 de septiembre de 2017

Un clavo pasajero (Fragmento)







Un plácido domingo en mi inconsciente. Federico está sentado en el sillón o más bien tendido, como si fuera una remera apoyada en la tabla de planchar. Su cuerpo es una subasta de veranos pasados. Atiende el teléfono que suena a cada rato. Putea. Mueve la cabeza. Anota. Se inyecta de una rabia pasajera que tiene que ver más con su ego que con la supuesta angustia de ser tan solicitado. "Tengo otra entrevista hoy", dice como quién no quiere la cosa. Antes me preocupanba por saber detalles. Casi siempre eran chicas de mi edad, estudiantes de cualquier carrera de letras o psicología, interesadas hasta la médula en la obra de Federico y en él, claro. Cada vez que me veían en casa mientras lo entrevistaban, decían "ay, que afortunada que debe ser tu mujer, estar con un hombre así" ¿Qué responder? sólo sonreír. A veces me acercaba a él y le partía la boca de un beso: a Fede le encantaba, yo me quedaba contenta y la chica en cuestión moría de envidia, por supuesto. Antes me preocupaba porque temía que fuera a engañarme con alguna o que se encantara con alguna chica, pendeja como yo. Ahora, por momentos, pienso que eso sería lo mejor, que llegue otra pendeja que saque a la pendeja, el famoso clavo que saca otro clavo. Luego vuelvo en mí y sé que todo es pasajero, que verlo tendido en el sillón es pasajero, que la euforia por el libro es pasajera y que, cuando todo haya pasado y todo haya dejado de temblar, podremos volver a ser uno.


Fragmento de "El escritor inalcanzable"

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