miércoles, 14 de agosto de 2019

II. Mantra y aprendizajes



La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
©Angie Pagnotta-Depersia


domingo, 4 de agosto de 2019

Un embarazo en Berlín



Foto: Hassan Ouajbir


Nueve meses son, en promedio, el tiempo de gestación de un embarazo o de una nueva vida. Ahora que lo pienso así, exactamente, me miro a mí misma y pienso que es el número de lo “real”.

Desde que llegué a Berlín traté de absorber todo cuanto me fuera posible: miradas, gente, lugares, personas.
Algunas experiencias fueron excepcionalmente maravillosas. Diría todas, pero también estuvieron las (muy menos, por fortuna) olvidables. De todas puedo decir que he aprendido.

Los desayunos ahora son frühstück, el subte ahora es U-bahn y casi todas las calles son impronunciables de primeras intensiones. Todo termina en un Bitte que, a mis oídos, sigue sonando al “viteeee“ de #lospibes y el valor de la sonrisa sigue siendo imprescindible, aquí o allá.

La etapa de extrañitis aguda pasó, en algunos casos, a ser extrañeza y, en otros, potencia, luz y nuevos modos de encontrarse. Algunas cosas perdieron su fuerza, es cierto, sabía que eso iba a pasar pero no estaba segura (ni imaginaba) que fuera en direcciones que eran “tan cercanas“. Como engañan los últimos meses de vida en un lugar, como engañan, también, las distancias.

Nada me preocupa, ya no. No por la superación o la omnipotencia, sino porque creo que todas las situaciones que ocurren SON por algo, OCURREN por algo y, en ese sentido, cuando todo está hecho: no queda más que abrazar y aceptar. A eso me entrego, a una aceptación sonriente de lo que venga de aquí en más o cada día. 

Tal vez el año que viene, un nuevo libro me lleve a las costas del Río de la Plata, mi querida Buenos Aires que, más allá de todo lo que me cuentan, para mí sigue siendo mi lugar de siempre. Mientras tanto disfruto del verano berlinés, de la gente, las calles, la cerveza, los amigos nuevos, las nuevas versiones de mi misma y, sobre todo, la escritura y la lectura: esas dos inmensidades que –esté donde esté– me cobijan.
©Angie Pagnotta-Depersia


Corazón blindado

 Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo,  con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...