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Hundida. Deseando extirparme este peso de quilates sin razón.
Detestando. Tratándo de escapar del dolor, para no ahogarme.
Los dos minutos después, fueron de terror, como si una lluvia me bañara entera el alma.
Como si aquello fuera el principio de algo sin final.
Las hojas del cuaderno se borraron.
La tinta dejó de escribir historias miserables.
Un suspiro arremete el cuerpo hasta agotarse.
Lluvia distante y lejana de un barrio seco.
que talentosa sos!!!
ResponderEliminarsaludos
JUAN
buen relato y buena imagen
ResponderEliminarcreo que a veces es mejor decir con pintura que callar
besitos