miércoles, 16 de junio de 2010
Otoño
Una luz.
Una luz esperanzada en el oeste.
La llave de los labios de tu risa se fundió.
Un instante más, la copa giró por el piso.
El vino del perfume de los árboles humedeció mis mejillas.
El barco se fue temprano y los cisnes danzaron hasta agotar los pies.
Las pocas hojas que solté de mis manos se aferraron al piso.
La tierra seca del otoño las recibió.
Un eterno metal en las manos, las cobijó de nuevo.
Amarillentas, manchadas y plagadas de vos.
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Corazón blindado
Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo, con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...
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Nunca había entendido la gravedad Hasta que algo atrajo tu cuerpo al mío No discuto que haya ocurrido algo especial Aunque si se bien que...
hermoso texto, te felicito Angie
ResponderEliminarMe gusta pensar en colores asi, en textos que me movilizan como este.
ResponderEliminarS,