miércoles, 19 de agosto de 2009

Sueños amarillos, ojos negros

Era necesario interrumpir lo que jamás había existido. Fué detestablemente sincero, valiente e hipócrita. Solía ilucionar, solía acompañar con las manos los gestos firmes y elocuentes que abrazaban un sentimiento cálido. Sabía envolver con sus herramientas sutiles a una persona en apuros. Sabía conducir, llevar la conversación a donde quisiera. Sabía entre otras cosas, el color de mis ojos y de mis sueños.

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