miércoles, 19 de agosto de 2009

Parque Rivadavia

Cerraste la puerta, y escapé de vos, aunque principalmente de mí. Llamaste luego, estabas arrepentido de agredirme. Mi dolor se expandió en mi cuerpo, en mis fuerzas para caminar atenta. Me distraje por la calle, mirando edificios, personas, lugares. Me detuve en un parque, me senté en el pasto y lo miré fijamente. Soñaba despierta, una vez más.
Al describir en mi mente los hermosos momentos de tus besos, de las primeras noches juntos, de los mimos, de las tardes eternas de risas y mates, desperté. Estabas allí, con los ojos más expresivos del mundo, atentamente, mirandome. Acariciaste mi cara, mordiste mis labios y dijiste todo con un beso.
A veces, es necesario sentir el rigor de lo perdido. A veces, necesitamos aislarnos de lo que nos duele, para que no vuelva a doler más.

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