En un extremo de la calle se encuentra un globo con tintes opacos y rojizos flotando en el agua. Uña niña con un vestido amarillo, acompaña con su mirada el piolín que apenas logra sostener entre el viento y el agua, el hermoso globo que ahora yacía en el suelo, mojado, sin forma. Tan rápido como pudo, arrojo sus chupetines y caramelos al piso, y con la fuerza que nace del deseo de tan solo sostener un globo, lo tomó entre sus manos, lo limpió con su vestido y comenzó a mirarlo, ya en el aire, libre, suelto, con un color rojo intenso. Ese sólo instante bastó para hacerla sonreír y sentirse plenamente feliz. Comenzó a llover, el globo fue destiñéndose hasta verse rosado, sin embargo la niña siguió jugando con él y de alguna manera lo siguió haciendo durante años.
miércoles, 19 de agosto de 2009
Globo Rojo
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Corazón blindado
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