viernes, 13 de diciembre de 2019

Tus tontas trampas



Foto: Sergio Falconi-Parker


Fuiste la fiera, fuiste la trampa
fuiste lo que no quería,
toda tu carne viva sobre mi carne muerta,
toda tu hombría asechando desde el umbral,
junto a mi niña-mujer-diamante queriendo salir.

©Angie Pagnotta-Depersia

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Foto: © Sergio Falconi-Parker

miércoles, 23 de octubre de 2019

Nadie nada.

Foto: Helen Thomas

Construir desde el desierto,⁣
desde cero,⁣
desde todos los fragmentos.⁣

Abrazar cada partícula rota,⁣
cada pedazo en el suelo,⁣
cada terrón de pasado y del futuro, en el presente.⁣

Beber sorbo a sorbo el amargo,⁣
el agrio,⁣
el sinsabor
y, luego,⁣
llegar al centro del picor dulzor,⁣
de ese sabor que esperabas tanto en la boca,⁣
pero, solo después, (un rato después), de ese cóctel tragicómico de verdades.⁣

Pero cariño, como sea que llegues,⁣
no dejes que 𝘯𝘢𝘥𝘢, nada de todo eso,⁣
(nada de todo ese dolor que te dieron,⁣
nada de todo ese rechazo, desazón, traición e idilio que recibiste),⁣
nada,⁣
absolutamente nada de todo eso,⁣
te diga lo que no sos.⁣

Porque vos⁣
𝐬𝐨𝐬 ⁣
𝐦á𝐬⁣
(mucho más) ⁣
que solo eso.⁣

⁣ ©Angie Pagnotta-Depersia

martes, 15 de octubre de 2019

Güidito, te voy a extrañar



ADIÓS, AMIGO QUERIDO

Güido, Güidito, Güidis, Güido Víctor, a veces. Güido pasó poco tiempo por esta vida, pero dejó grandes aprendizajes para los que, aún, tenemos un ratito más de tiempo.

Güido nació en Gálvez (Town, como decía él), en Santa Fé, Argentina. Un 12 de abril ¿cómo olvidarlo? un mes antes empezaba la víspera de cumpleaños. Quien lo conoce, lo recuerda perfectamente. ''Falta un mes para mi cumple'', decía a cuanta persona se cruzara, y agregaba: ''recibo regalos''.
Decía que nació un 12 de abril, Ariano, sí, Ariano hasta el dedo meñique del pie. ''Ariano de mierda'', se decía a sí mismo y le decía yo solo para molestarlo (cuando se ponía muy Ariano) y él, por supuesto, me respondía ''canceriana de mierda''.

Lo conocí en 2008, cuando entré a trabajar de Secretaria en la Escuela de Danza y Arte de Reina Reech. Creo que esos años fueron inolvidables, creo no, lo sé.

Muchas fueron las cosas que pasaron, muchas buenas, bizarras, extrañas, divertidas, alocadas y, también, otras más complejas: separaciones, enemistades, disgustos -cosas de la vida cotidiana, claro- cosas que uno termina abriendo y compartiendo más y más en un trabajo. Pero ir a lo de ''La tía'' como decíamos nosotros, parecía, muchas veces, no ser un trabajo. Y no hablo por las tareas que hacíamos (muchas y con los años más fuertes) sino porque Güido le dio un EXTRA enorme a esos años de trabajo. Primero con su humor, una ventana de disfrute constante. Un humor ácido, sacado, a veces más sutil, pero siempre atinado. Después con su risa: contagiaba. Después con su cosa irrefrenable de no callarse nada, de decir todo tal cual pensaba, tal cual sentía. ¿Tenía problemas por eso? un montón, pero nada que un poco de risa no pudiera curar. 

Muchas madres de la escuela que iban a llevar a sus hijas a alguna actividad, nos y lo miraban con cara de desaprobación ¿cómo es tan mal educado? una vez dijo una. ¡Para qué! Güido se despachó de Pé a Pá, le cantó las 40 y la señora quedó muda. En todo tenía razón. Yo, para conciliar (siempre buscando el equilibro) le dije, aparte, que todo lo que le había dicho era cierto, que por favor lo piense, que, en todo caso, todo le sirva para revisar su modo. Semanas después, era otra mujer. Eso también era Güido.

También generoso. Muy. Conmigo lo fue mucho, en muchas cosas: en palabras, en leerme, en abrazarme fuerte cuando estuve tan mal, en contenerme cuando mi vieja murió, en saber más de mí que yo de mi misma, en hacerme entender algo re importante: el valor que tenemos como personas, pero también en hacerme saber que era mejor que te ''detesten'' por quien sos que te quieran por lo que no sos. Que todos tenemos mambos con el cuerpo, pero que tenemos que abrazarnos y aceptarnos como somos y yo lo hacía cada vez que me daba un chirlo en la cola y me decía ''No tenés más chico que no tengo cambio?'' o ''amiga, si yo tuviera ese culo ¿sabés qué? todo el día en bolas'' y así aprendía, poco a poco, a empezar a quererme, a través de su humor y de sus ojos. Que es mejor decir a tiempo que amargarse por no hablar, que es mejor olvidarse de ciertas cosas y seguir adelante, que nadie te tiene que aplastar, que si uno confía en lo que hace, entonces todo que salir bien. Y entre toda esa generosidad, también, tuvo la deferencia máxima: regalarme a mi gato Neyén Fausto (que falleció hace poco, como saben) un gato que mejoró mi vida, sin duda, así como él que, con su paso, me hizo ver que para encontrar la luz también hay que tener oscuridad.

¿Qué aprendí de Güido? a sonreír, a confiar, a no callar, a decir lo que pienso. Cada tanto me cuesta, sí, pero creo que hoy más que nunca haré él esfuerzo por no dejar de recordarlo ¿Qué aprendió de mí? eso se lo preguntaré cuando lo encuentre de nuevo, pero no ahora, no todavía.

Este podría ser el post más largo de hace mucho, mucho tiempo, pero si estás acá, todavía, toma la enseñanza de Güido, que siempre decía: ''la vida es corta, amiga, ya fue'' y la vida es corta, es cierto, tan corta...Gracias Güidito, gracias por dejarme ser parte de tu vida y vos por ser parte de la mía. Con Letita ya supe de algo que hacer de acá en mas: sonreír cada día, como vos nos enseñaste. 

TE QUIERO MUCHO, AMIGO, HASTA SIEMPRE.

domingo, 13 de octubre de 2019

Intenso

Ph: JR Korpa

Intensidad. Últimamente todo se trata de eso. 

Aparecen voces nuevas, me abro a escuchar, a compartir, a sentir. Intensidad absoluta, horas de charlas, risas, chistes, de profundidad. Después, tal vez, ¿la tormenta?

¿Qué borró la lluvia que se borraron las palabras, las risas, los rezos?
¿Qué borraste de tu alma que te olvidaste de mí? 
¿Así? 
¿Tan de golpe?

Entonces el acovachado escape sin escape de pensar qué dije, qué hice o manifesté ¿algo equivocado, tal vez?
que no fui del todo certera, que te aburrí, que no debí decirte una mínima cosa evidente, o, tal vez no  debí decir tanto.

Duda
Ahora todo es duda y un poco de mar y viento.


Tengo un imán para la incertidumbre / Tengo un imán para tu incertidumbre.

©Angie Pagnotta-Depersia


miércoles, 4 de septiembre de 2019

Aparece


Vuelve como si nada. 
Se instala en mi vientre. 
Dice cosas que nunca van a ocurrir, pero ya no le creo. 
Vuelve, sí, y con su llegada otra vez vuelven los deseos reprimidos, sepultados, perdidos. 
Deseos de una vida distinta, de poca calma, de incertidumbre. 
¿Es eso lo que quiero? 
¿Eso necesito?

Conozco la respuesta y, aún así, pongo un pie, sin pensar. 
¿Qué tienen sus ojos gris-almendra que todo lo pueden? 
Nadie sabe, no lo sé, pero sus ojos negros me impiden pensar.
La tentación es grande, me digo, pero afortunadamente la lejanía también, 
incluso estando a dos kilómetros. 

Será cuestión de olvidar, 
de nuevo, 
olvidar.
©Angie Pagnotta-Depersia

miércoles, 14 de agosto de 2019

II. Mantra y aprendizajes



La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
La distancia es solo tiempo que nos hará más o menos fuertes. 
La distancia es cuestión de ganas, no de kilómetros.
©Angie Pagnotta-Depersia


domingo, 4 de agosto de 2019

Un embarazo en Berlín



Foto: Hassan Ouajbir


Nueve meses son, en promedio, el tiempo de gestación de un embarazo o de una nueva vida. Ahora que lo pienso así, exactamente, me miro a mí misma y pienso que es el número de lo “real”.

Desde que llegué a Berlín traté de absorber todo cuanto me fuera posible: miradas, gente, lugares, personas.
Algunas experiencias fueron excepcionalmente maravillosas. Diría todas, pero también estuvieron las (muy menos, por fortuna) olvidables. De todas puedo decir que he aprendido.

Los desayunos ahora son frühstück, el subte ahora es U-bahn y casi todas las calles son impronunciables de primeras intensiones. Todo termina en un Bitte que, a mis oídos, sigue sonando al “viteeee“ de #lospibes y el valor de la sonrisa sigue siendo imprescindible, aquí o allá.

La etapa de extrañitis aguda pasó, en algunos casos, a ser extrañeza y, en otros, potencia, luz y nuevos modos de encontrarse. Algunas cosas perdieron su fuerza, es cierto, sabía que eso iba a pasar pero no estaba segura (ni imaginaba) que fuera en direcciones que eran “tan cercanas“. Como engañan los últimos meses de vida en un lugar, como engañan, también, las distancias.

Nada me preocupa, ya no. No por la superación o la omnipotencia, sino porque creo que todas las situaciones que ocurren SON por algo, OCURREN por algo y, en ese sentido, cuando todo está hecho: no queda más que abrazar y aceptar. A eso me entrego, a una aceptación sonriente de lo que venga de aquí en más o cada día. 

Tal vez el año que viene, un nuevo libro me lleve a las costas del Río de la Plata, mi querida Buenos Aires que, más allá de todo lo que me cuentan, para mí sigue siendo mi lugar de siempre. Mientras tanto disfruto del verano berlinés, de la gente, las calles, la cerveza, los amigos nuevos, las nuevas versiones de mi misma y, sobre todo, la escritura y la lectura: esas dos inmensidades que –esté donde esté– me cobijan.
©Angie Pagnotta-Depersia


martes, 23 de julio de 2019

I.



Hoy hablaba con un amigo sobre el lugar de lo anónimo. Me causa cierta extrañeza esa sensación. Por un lado, una parte de mi cuerpo añora ese instante de anonimato que tenía hace años y, por otro lado, valoro enormemente el alcance que pueda tener alguna tontera que escribo. Que contradictorio ¿no? y haciendo un revisionismo de mi propia existencia, soy una persona dual, con blancos y negros en un mismo punto cardinal, será por eso que también conviven en mí ciertas voces a la hora de, por ejemplo, escribir. ¿Quién sabe?
©Angie Pagnotta-Depersia

viernes, 19 de julio de 2019

martes, 16 de julio de 2019

Balazos y poesías

Foto: Pietro Rampazzo 

Te di tantos balazos como poesías,
tantas noches de amor, como de agonía,
te di la facilidad de que me mientas en la cara,
mientras ponía la otra mejilla.

Te di tantos suspiros como chupitos de tequila,
tantas tardes de ignorarte, como de buscarte,
te di cada fragmento de mi cuerpo, cada segundo de mi tiempo,
mientras por otra corrías.

¿Qué espero de mí?, me pregunto
¿Qué espero que hagas o que digas?

Prometí no volver a escribir de vos,
no volver a pronunciar(te) mío,
a proclamar entre palabras tu nombre escondido.

¿Cómo detener la neblina?
¿En qué vida, mi vida?
Y tantas otras más.
©Angie Pagnotta-Depersia

domingo, 14 de julio de 2019

Ensoñación




Pequeños pasos me llevan hasta vos, hasta tus manos inquietas. Tu boca, tu boca perfecta. Me pongo en puntas de pie, y me acerco. No tengo la proximidad que necesito para escalar tus labios, pero aún así, nos miramos fijo. Tensión irresistible. Tus ojos bajan a mis labios, tu dedo sube a mi boca, mi lengua sabe qué hacer, lento, muy lento. 
Mi mano baja de golpe y el sonido del agua me trae al presente. Abro los ojos, solo fuiste una ensoñación encantadora. 


©Angie Pagnotta-Depersia

lunes, 8 de julio de 2019

Dulce y arisco.

Neyén Fausto, eterno, dueño de mi corazón.
Necesito un gato, no hay vuelta atrás. Necesito que se revuelque en mi espalda antes de dormir y maúlle entre murmullos. Decirle un nombre elegido especialmente y que no responda en absoluto y sólo voltee su mirada si digo 'Michi', o cualquier palabra sin sentido.
Necesito un gato que haga ruido al comer sus galletitas, que mastique furioso como si, en lugar de un felino lánguido, fuera un dinosaurio en un metro cuadrado, disfrutando su banquete. Necesito que juguemos de patas y me atrape, o que me mire y me maulle insistente al abrir una lata de atún.
Necesito un gato, y no hay vuelta atrás. Ya, incluso, puedo decir que no es sólo a Neyén Fausto a quien necesito (mi gato eterno, por siempre, ojos celestes), sino un gato –cualquiera sea– cualquier felino de cuatro patas que me entregue su amor y yo, sin más universo en las manos que todo mi amor, entregárselo a él.
Necesito un gato que se acomode sobre mis piernas en la noche, y que durante el día se abolle en mi almohada y me mire, cada tanto, como sin querer. Que mientras hace sus siestas esté ahí para molestarlo mientras escribo y que las palabras, entonces, vuelvan a fluir. Sé que no dirá nada malo de mí si cada tanto, leo párrafos vehemente, en voz alta, mientras corrijo o leo libros de otros. Sé que no dirá nada, será reservado, y estirará sus patas peludas en señal de que escuchó todo.
Eso necesito, eso, nada más.
©Angie Pagnotta-Depersia

jueves, 13 de junio de 2019

Los días de silencio





Los días de silencio se parecen a un monasterio, sin redes sociales, comiendo frutas y verduras, pensando en el cuidado del cuerpo y de la piel. 

Los días en silencio voy a tientas por la casa, no me importa encontrarme pedazos míos en el piso, mientras tenga minutos libres para poder respirar. 

Los días en silencio voy buscando en tu boca los manjares, ese baño blanco del cuerpo, esa tibia razón de tu ser en mi locura, la única capacidad de asombro que no quiero perder. 

Los días en silencio me cuestiono todo. Miro el cristal que me regalaste hace meses, antes de mi partida. Observo el cristal, (que decías tan transparente) y solo veo manchones que me dejan, así, ver otras cosas. Que increíble es la inocencia, me digo. Pero acumulo palabras que contribuyen al silencio, como una forma de decirme te quiero, como una forma de preservarme del dolor de saber la verdad que intentas ocultar desde entonces. 

Los días de silencio se parecen a la ausencia. Entonces, en esta primavera con aroma a verano, habrá que emprender el camino a la reconstrucción. 

©Angie Pagnotta-Depersia

martes, 21 de mayo de 2019

Un poema para alguien que dice demasiadas cosas bonitas y, también, demasiadas cosas tontas



Toda la vida fuiste una mierda.
Una sombra de vos mismo.
Un lugar áspero donde acurrucarme.
Aún así, ahí estaba.
Aún así, me buscabas.
Aún así, te encontraba.

¿Qué se puede hacer cuando no hay silencio? Decir las palabras indecibles, decir lo que no debería decirse y hacerlo voz.

Quizás vuelva a tropezar con vos, con la piedra de tu boca.
tropezar de nuevo, sí,
pero no caer.

No más.
©Angie Pagnotta-Depersia


___

El poema también podría llamarse Brindo por tu ausencia.

miércoles, 8 de mayo de 2019

Quebrar


Con dolor empujo las últimas sogas. Mis brazos arden todavía, los hilos en las muñecas me lastimaron y me sangran partes de la piel. Tengo las manos rojas, heridas, marcadas con los hilos del cuerpo de otro. Reviso mis vendajes y encuentro moretones. Las cepas de tinta de Federico no dejan de sangrar. Hay olor a vino y madera. Hay perfume a tiempos viejos y no encuentro las palabras, creo que todas –casi todas–, se fueron con el último beso. 

Me arrastro como puedo hacia la superficie, trato de extender mis manos y mis piernas, trato de mover mi torso y cobrar fuerza; pero parece imposible: cada dolor y cada huella anclaron en cemento castillos fuertes en mis manos. Debo quebrarlos, me digo, debo romperlos para poder avanzar; debo romperlos y alejar ese peso extraño en mi propio peso, en mi propio cuerpo.

Pero no queda mucho tiempo, el poco oxígeno que tengo es mi última y única salvación. Desprendo de a poco el yeso y algunos pedazos comienzan a caer. La Mujer sin nombre me dijo que si lo hacía ni se me ocurra mirar hacia atrás. Me tienta el aroma del pasado, me tientan los olores de tu cuerpo, me tienta, pero no. Sigo. Algunos fragmentos se desprenden, los miro caer, eso sí puedo hacer: ver cómo se hunde cada fragmento marmolado de tu cuerpo, ver como caen los cimientos estúpidos del hombre que fuiste. Verme, así, caer con vos.

Por fin, el último fragmento se desprende y aún retumba su sonido, pero allí pasa lo asombroso: mis piernas y mis brazos vuelven a un lugar donde recuerdan, vuelven a un lugar que supieron tener hace algunos años y confirmo, entonces, que la memoria del cuerpo es prodigiosa, tal vez aún mejor que la de mi propio corazón.
©Angie Pagnotta-Depersia

lunes, 22 de abril de 2019

Cadáver




Anoche soñé de nuevo con vos
Construías un cadáver con los huesos de otro.
Me dabas euros y monedas japonesas para canjear
''te van a servir'', decías mientras contabas los billetes.


9.15 me citabas en tu casa para una nueva lección
de cómo escribir bien
sin morir en el intento.

lunes, 15 de abril de 2019

Diario de escritura



01/06/2017
Cada vez que voy al taller viene la euforia/furia/construcción. Viene un telón violáceo que me cubre entera, que se apoya como una mantilla sobre mi pelo y se acomoda despacio entre los dedos que teclean la máquina, las notas, el mate, la lectura en voz alta y los ojos de mi maestro escuchándome. Él ve mi postura, la observa. Pocas veces me interrumpe y siempre me deja ser. 
Hoy, por ejemplo, me desconfiguró todo lo que venía pensando sobre Nada que no quieras y lo hizo en un segundo. Él tiene la fuerza del mar, la fuerza de arrasar. Cuando digo esto no hablo de derribar porque cada lección es un nuevo acercamiento a lo más genuino que existe en mí, en mi profundidad como escritora. No subestimes al personaje, dijo, y esas palabras aún rebotan en mi cabeza. ¿Qué quiero hacer cuando escribo? ¿Qué estoy diciendo con esto? ¿Cómo es mi personaje? Nada se puede escribir si no tenés los límites de tu personaje y entonces mi maestro habló de los límites primeros, de aquellos que contornean la figura pero no la comprimen. 
De tarea tengo que pensar (y después escribir) un perfil de Vicky/Sophie/Layla en por qué quiero que sea de una forma, en por qué necesito que sea así. Sin trucos, sin artificios y, si los hay, que nunca estén por encima de lo que quiero contar. La segunda tarea fue leer dos libros y la tercera escribir este diario.

¿Cuáles son las motivaciones de mi novela?

©Angie Pagnotta-Depersia

miércoles, 10 de abril de 2019

Presente

The first image of a black hole, from the galaxy Messier 87.

Logramos ver cosas que están a 55 millones de años luz, pero a veces no somos capaces de ver la esencia de nosotros mismos. 🚀


(We can see things that are 55 million light-years away from here, but sometimes we are not able to see the essence of ourselves)
©Angie Pagnotta-Depersia

lunes, 8 de abril de 2019

El último infierno



Quise bajar a los infiernos para no decir más tu nombre,
no repetirlo,
                   ni si quiera por fuerza de pronunciamiento.

El último infierno fue tu último beso.

Bajé a los infiernos y descendí hasta tus últimos pasos,
todavía duelen las huellas,
pero ya no estás ahí, lamiéndome.



viernes, 22 de marzo de 2019

I. Poesía es



La imagen que acompaña esta poesía es de Sergio Falconi Parker, un fotógrafo y realizador audiovisual Ecuatoriano residente en Berlín desde hace 16 años. Una de las personas más encantadoras que conocí en esta ciudad. Conozcan su trabajo en su página y sigan su trabajo en sus redes sociales además de su instagram que es delicioso  ¡de seguro les encantará!

viernes, 15 de marzo de 2019

El mapa perdido




Un mapa como territorio de verdades,
como terreno decible de lo imposible,
allí están fijados tus desplazamientos en una y otra dirección,
allí, también, permanece el deambular de aquel hombre de mirada atrapante,
o el otro, el de pantalones color café que tanto te gustaba,
así como también la suma de besos que se dieron con F. en aquel viejo y derruido hotel,
o las caricias secretas de L a medianoche,
o incluso el resabio de la textura de los besos de M,
ternura y textura,
ternura y miel.

Cada paso, cada huella, cada mirada: todas son territorio de algo más,
de la sed,
de lo prohibido,
del deseo,
de la espera,
de las ganas
(y ese es el motor, siempre el motor)
GANAS, y en mayúsculas,
porque de nada sirve una boca carnosa sin caprichos.

jueves, 7 de marzo de 2019

martes, 5 de marzo de 2019

Tinta china



Con tinta china escribí tu nombre en un banco de plaza. 
Era una tarde fría de invierno berlinés y, sin temor a reprimendas, tallé tu nombre sobre la madera del asiento donde estaba. La F, furiosa, corcoveando hacia los costados como lo hacían tus besos. La E, de espera, esa misma que nunca quise sentir de tus relojes. La D, diabólica como tu mirada desde abajo, como esa mirada mezcla de ángel y demonio que tenías al devorarme. 
Allí estabas, con cada una de tus letras esculpidas en una plaza de Kreuzberg. ¿Te diste cuenta? ¿Sentiste algo especial ayer a la tarde?

Miré tu nombre escrito tan cerca de mi mano, tan cerca mío. Un escalofrío me recorrió la espalda. Después de dibujar estrellas al rededor de tu nombre, después de llamarte por enésima vez, después del después de todos los días que pasaron, aún así, aún en la distancia, ahí estabas.

Pero la naturaleza es implacable, y la lluvia que comenzó después, lo borró todo.

jueves, 31 de enero de 2019

Magenta de amor




“Alguien a quien una vez amé me dio una caja llena de oscuridad. / Me llevó años entender que esto, también, era un regalo’’ (Mary Oliver)

En tu poesía hay un calvario aterciopelado
besos de miel, flores secas en un jarrón y la biblioteca repleta de historias por contarnos,
hay, también, sabor a canela en tus manos y anís en tus mejillas,
hay tanto deseo oculto que nací para contarlo en estas líneas,

Vagamos por las calles estrechas y extrañas,
tememos el mismo cielo color magenta pastel,
acariciamos la tormenta que empieza a desprenderse,
la mía en Berlín, la tuya en Buenos Aires,
y nos volvemos invisibles ante los ojos del mundo,
ante los ojos de quién, como nosotros, no tiene respuestas.

Tus besos me devuelven el amor,
y las ganas.
Tal vez la mejor sonoridad que exista encapsulada en el silencio,
tal vez la mejor porción de mí,
pero estás lejos,
estamos a 11902 kilómetros de nuestros besos
¿Qué pasará con el tiempo sin el tiempo de nosotros?

En mis ojos un diluvio se lee a millas,
pero de nuevo, allí estoy: siendo irreverente en el deseo de endulzar mis manos con tu fuego,
y que lo dicho, entonces, se conciba con la mirada.

Angie Pagnotta

#poemasdeamor

domingo, 20 de enero de 2019

Y yo sigo sin estar




Hay que dejar de ser pretenciosos,
de especular con el tiempo propio y de los otros,
de ser tan egoístas y sumisos ante el ego,
de buscar en las redes invisibles mimos virtuales de cartón mal pintado,
de morder el anzuelo inútil,
de crear esperanzas ficticias,
de hablar tanto,
de decir poco,
de confiar en lo mediocre,
de burlarse de los demás,
de mirar en los otros las fallas propias y reír,
de llenarnos el culo de mierda ajena,
de castigarnos por el tiempo, el pasado, el miedo –en suma– por todo,
de ser nuestros peores jueces,
de morir de amor a diario,
de confiar en lo inesperado como si fuera el único lugar real del mundo,
de mirar para el costado,
de desear lo que no tenemos,
de lamerle el cuello a la muerte,
de condenarnos por nuestros actos,
de acrbibillarnos por nuestras palabras,
de morir de amor por nada,
de colmarnos la paciencia a nosotros mismos,
de necesitar las caricias virtuales,
de desear la pija ajena, las tetas ajenas, el culo ajeno,
de mentir,
de rogar,
de responder siempre,
de malgastar el tiempo en mirar muros y feeds,
de consentir la estupidez,
de ser condescendientes con la miseria.

Hay que dejar
y volver a estar.


Corazón blindado

 Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo,  con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...