
La mujer impaciente esperaba un sí. El diluvio amenazaba su mundo interior para hacerla únicamente sonreir. La ansiedad de encontrarse, el deseo inmenso de volver a besarlo la ponía radiante. Llovía en la ciudad y la gente despotricaba contra el clima. Sin embargo ella despierta, soñaba estar entre sus brazos y sintiendo sus labios en el cuello. Un abrazo eterno quería resplandecer.
A veces uno espera para no desesperar y así inicia el ciclo de lo que con suerte no nos termina atrapando en un circulo vicioso...
ResponderEliminarEl resplandor es inevitable porque encontraste la quimica necesaria para que asi lo sea.
ResponderEliminarBesos amiga, te quiero mucho.
Lu.-