La ruta esta cerrada.
Los pies inquietos en el pasillo de los dos únicos viajantes, iban deambulando por todos lados.
El camino se volvía enigmático.
El pasajero preguntó hacia dónde debíamos partir, sin saber que hacía siglos al menos, o años, quizás, estábamos viajando.
Una de las compuertas se trabó. La nave estaba destruida. El destino estaba marcado.
Entre el silencio y la desesperación, la pasajera se acercó a su compañero de viaje.
Propuso una despedida, parecía el final.
Tímidos entre los miedos, callados.
Sostuvieron sus manos y prepararon un último beso.
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Corazón blindado
Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo, con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...

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Con tinta china escribí tu nombre en un banco de plaza. Era una tarde fría de invierno berlinés y, sin temor a reprimendas, tallé tu...
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Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo, con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...
Es interesante descubrir en medio del relato que ya estaban viajando. Sacando esa frase de contexto, el panorama sería otro.
ResponderEliminarInquietante el texto.
Gracias. Beso
Mauro
Que la nave siga su rumbo, con uno o dos pasajeros. Pero que siga.
ResponderEliminarBeso, Lu