sábado, 14 de noviembre de 2009
El retorno del mar
Algunas cosas cambian para no cambiar jamás. El deseo se renueva en la constante lucha de la pareja y también del individuo que charla con la soledad.
Aquellos destellos rojos de primavera, de sueños de abril posándose desnudos sobre el cielo. Del parque y sus vueltas, de la calecita, del silencio que nos comía la piel.
Hoy el cielo se renueva, se reparte y se enloquece. El miedo de no volver a verte jamás, la necesidad de saber cómo estarás y la confirmación continua de entender que no habrá retorno y ya no es por mí, sino por vos.
Ni los besos, ni las putas, ni los barcos pierden la necesidad de ser siempre iguales, sin embargo algunas cosas cambian para no cambiar jamás.
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Corazón blindado
Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo, con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...
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Nunca había entendido la gravedad Hasta que algo atrajo tu cuerpo al mío No discuto que haya ocurrido algo especial Aunque si se bien que...
Es cierto algunas cosas cambian para no cambiar jamás. Me gustó mucho este post, Angie. Tenés talento, mucho.
ResponderEliminarBesos
Andrés