Millones de días pasaría a tu lado,
sentada bajo un árbol, escribiéndote.
Mirando cada tanto tus hermosos ojos marrones,
deslizándome en tu boca y sembrándole mi amor con mis besos esponjosos sabor a miel.
Prepararía una comida que te guste,
un vino dulce y un chocolate para después.
Dos besos más, el fuego en mis dedos y el pecado de mis manos en tu piel.
La noche rota se esparce,
el deseo me provoca ansiedad
pero mañana -sé que pronto- te veré.
Ya no importan las distancias ni los días,
sé que en tus labios todo tiene un verdadero por qué.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Corazón blindado
Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo, con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...

-
Con tinta china escribí tu nombre en un banco de plaza. Era una tarde fría de invierno berlinés y, sin temor a reprimendas, tallé tu...
-
Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo, con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...
Es interesante apreciar el giro de tus escritos, las palabras van endulzando el texto como quien rocía un flan con caramelo, abandonando de a poco la esa carga de ansiedad que uno respiraba en tus anteriores escritos.
ResponderEliminarAh, como te habrás imaginado, disfruto mucho del flan acaramelado...
Empalagoso, pero hermoso.
ResponderEliminarBeso, Andrés