
A veces no hay más remedio que esperar. El tiempo se parte entre la distancia y el deber.
Los relojes nos marcan, los pasos nos preceden.
Una inmensa necesidad de llegar "a tiempo". Pero el perdón o el después no reconocen esos segunderos.
El tiempo, y su maravillosa persistencia en la memoria. Los relojes chorreando de Salvador Dalí.
La exacta sensación de no querer avanzar más con las agujas.
La hora libre, el recreo, todo eso nos salva la tarde.
Los relojes nos marcan, los pasos nos preceden.
Una inmensa necesidad de llegar "a tiempo". Pero el perdón o el después no reconocen esos segunderos.
El tiempo, y su maravillosa persistencia en la memoria. Los relojes chorreando de Salvador Dalí.
La exacta sensación de no querer avanzar más con las agujas.
La hora libre, el recreo, todo eso nos salva la tarde.
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