
No se puede todo, hay que elegir y siempre que hay elección hay postergación de algo en presunción de otra cosa, mucho más fuerte.
Escoger algo-lo que sea-descarta y suma a la vez también. La tensión entre lo que desechamos, lo que obtuvimos y los deseos es lo que abre el juego a pensar y repensar lo que hacemos y elegimos.
Es difícil encausarnos sin pensar en lo que dejamos, al menos, una vez. Sin embargo el peso de nuestra elección debe ser más fuerte, más sólido y más convincente que el resto.
Pero, no se puede todo, siempre hay que elegir.
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