sábado, 10 de abril de 2010

Niña de ambar


Una niña descalza, caminaba.
Se soltó el cabello y lo desenredó.
Acomodó su flequillo, y el viento la ayudó a peinarse.
Sus delicadas manos iban dibujando surcos por su cabeza.
Después, vendría el perfume a vainilla que tanto le gustaba ponerse.

Se hizo su colita y siguió caminando, sonriente.
Plena, alegre, sin más preocupaciones que atarse los cordones.
Vuelvo a ser esa niña cada rato.

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