
Ellos, los que me robaron el sueño y tantas cosas más.
Ellos, que prometieron infiernos encantadores, paraísos eternos, noches tomados de las mano,
champagne, cervezas en la plaza, canciones dedicadas, tormentas en el balcón.
Ellos, que siempre volvieron, intentando encontrarme. A los que llamé cuando me sentí sola, a los que busqué de formas peligrosas.
Ellos que siempre me dieron los gustos, el tacto y algunas palabras soñadas, que se entrelazaban en mis manos tímidamente, con un leve dejo de impunidad hermosa.
Ellos son, ellos fueron y de una manera u otra entiendo que los hombres con los que estuve han cambiado, quizás por eso ya no me gustan más.
Uno de ellos se convirtió a los 30 y pico en una especie de pirata de la noche, la soltería y la viveza criolla. El típico y gastado ejemplar de un tipo que no asume errores, quiere rescatarse entre mentiras de una vida de la que nunca aceptó el error. Se
vanaglorió de lo divertido que es estando soltero, mientras tanto, vive en el fondo de la casa de su abuela, por las dudas, no sea cosa de esforzarse a vivir solo...
Otro, tras un tiempo de estar enfermo, se hace el pícaro, el canchero y a su vez el indiferente. No acepta la lejanía que ahora tenemos, pero la propone. Pide
prudentemente distancia, pero me sigue invitando a verlo a escondidas, a divertirnos "como antes", pero advierte que no quiere perder mi amistad.
El
temperamental, calenton de enojado, tosco y tierno. Retrucó sus intensiones de permitirse algo conmigo: "seríamos una linda pareja, intentemos". Sin embargo, tras su viaje al infinito, no me habló mas y lo justificó diciendo que hablarme sería terrible para él, porque sigue
viéndome con ojos de mujer (es que lo soy) y no puede contener su tentación de querer llevarme consigo.
Uno de los que creía mis amigos, se confesó irremediablemente, inminentemente, peligrosamente: enamorado. Un desastre digno de novela, una
catástrofe si no se tiene la altura para contenerlo. Nuestro cariño es sincero, pero el amor por mí lo está volviendo un tanto paranoico, peligroso y temible.
El excentrico, dueño de una banda, tipo canchero, alegre, y bastante sonriente propone citas en la luna, un infierno en algún trópico del planeta y mucha piel endiablada. Sin embargo, se hace el indiferente hasta que lanza un misil de palabras hermosas. La histeria, ante todo, la histeria intacta.
Y la lista sigue, y sin embargo yo elegí al que menos creía que podía elegir.
Al que día a día me sorprende con su hermosura y con el que comparto no solo amor, sino todo.
La ruta del amor me sigue sorprendiendo, por suerte.