viernes, 12 de marzo de 2010

Ingrato señor M

La ingratitud derribó el vaso. No sólo hice todo lo humanamente posible para hacerte sentir bien siempre, sino que fue y es en vano. No hubo ser humano que me maltratara más y me cuesta entender porque me importaste alguna vez, el abismo que nos separa es tan inmenso...y otras veces lo sentí tan cerca...
El mejor de los errores fue confiar en vos, en lo que endulzaste de tus palabras esporádicas que me hacían creer que podíamos estar juntos. Me enamoré de vos, de tu ausencia, de tu forma, de nuestro tiempo juntos, de lo que eras como individuo, de tu forma de pensar. Me enamoré de lo distinto, de lo que parecías ser, de tus actitudes y tus ganas eternas de desenfrenarnos sexualmente en cualquier lado.
Que ingratitud la tuya, que aún en la distancia y el tiempo, te extiendo mi mano (que nunca te faltó) y la despreciás.
Que tu sonrisa sea serena, que tu río sea calmo...

3 comentarios:

  1. Un amor que se entrega sin que haya correspondencia no es amor. Un amor que soporta la violencia, que se refugia en el deseo de lo pasado como el ideal que no nunca volverá a ser,tiene mucho de otras cosas pero no es amor...

    ResponderEliminar
  2. Exacto, no era amor.
    De qué cosas tiene? pero sí, no es amor...

    ResponderEliminar
  3. Lindo que me recuerdes tan bien...
    Mariano

    ResponderEliminar

Corazón blindado

 Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo,  con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...