martes, 9 de marzo de 2010
Enroscados
El deseo es intenso. La calma del cuerpo no existe después del encuentro. La cadera se quiebra y las piernas se agotan hasta extenderse. Las manos aún sudan, los labios perciben el trabajo de los besos. Todo se comporta lentamente. Las ganas continúan pese al descargo. Una llave de luz intensa se abre entre las miradas. Nuestros ojos se conectan de alguna manera inexplicable, los besos vuelven a arder. Dormimos abrazados y enroscados, como si fuera la última vez.
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Corazón blindado
Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo, con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...
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Nunca había entendido la gravedad Hasta que algo atrajo tu cuerpo al mío No discuto que haya ocurrido algo especial Aunque si se bien que...
una cosmovision tan erotica como veridica. Tu talento hacia lo sensual deslumbra, beso grande, Mariano
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