
Contemplando el mar, no esperaba nada, ya todo se había ido con la última ola.
No existía salvación ni abismo que cruzar. No había más juegos que deducir de esta realidad.
Allí estaba Ernesto, quieto y lúcido como siempre. Deseando forjar un destino sin fronteras, temiendo la soledad del encuentro y aguantando las decisiones incorrectas de los demás.
Ahí también esperaba el mar, cautivo, sin formas definidas sólo las del gusto de las olas que balanceaban la rutina hasta reposar.
Y Julieta enamorada, peinaba su cabello hasta lucirse aún más despampanante. El leve movimiento de la mano y el atardecer de fondo atrajeron a Ernesto. Un beso más, pensó.
Las manos se unieron, los labios siguieron el mismo camino y se juraron como siempre felicidad para navidad y fin de año. Casi planeado, casi por casualidad, sus miradas se cruzaban en diciembre a la espera del mar.
muy bueno, como han madurado tus textos, cada cez resulta masatractivo leerte...
ResponderEliminarBuen año!!!!!
Gracias Alberto, me alegra que veas que hay maduracion en los textos, la verdad no lo habia notado.
ResponderEliminarLo mismo para vos, buen año.