miércoles, 23 de diciembre de 2009
A la espera del mar
Contemplando el mar, no esperaba nada, ya todo se había ido con la última ola.
No existía salvación ni abismo que cruzar. No había más juegos que deducir de esta realidad.
Allí estaba Ernesto, quieto y lúcido como siempre. Deseando forjar un destino sin fronteras, temiendo la soledad del encuentro y aguantando las decisiones incorrectas de los demás.
Ahí también esperaba el mar, cautivo, sin formas definidas sólo las del gusto de las olas que balanceaban la rutina hasta reposar.
Y Julieta enamorada, peinaba su cabello hasta lucirse aún más despampanante. El leve movimiento de la mano y el atardecer de fondo atrajeron a Ernesto. Un beso más, pensó.
Las manos se unieron, los labios siguieron el mismo camino y se juraron como siempre felicidad para navidad y fin de año. Casi planeado, casi por casualidad, sus miradas se cruzaban en diciembre a la espera del mar.
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Corazón blindado
Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo, con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...
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Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo, con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...
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Nunca había entendido la gravedad Hasta que algo atrajo tu cuerpo al mío No discuto que haya ocurrido algo especial Aunque si se bien que...
muy bueno, como han madurado tus textos, cada cez resulta masatractivo leerte...
ResponderEliminarBuen año!!!!!
Gracias Alberto, me alegra que veas que hay maduracion en los textos, la verdad no lo habia notado.
ResponderEliminarLo mismo para vos, buen año.