sábado, 2 de enero de 2010
Jardín de Ajedrez
Lucía, solitaria entre sus nubes de algodón, esperaba ansiosa que llegara un verdadero amor. Con una copa de vino meditaba sobre sus actos y planteaba en su mente un juego de ajedrez, veía cada pieza mal jugada, cada movimiento fallido, estaba a punto de abandonar el juego.
Había invertido casi nueve años en una relación sin destino o futuro real, pero hasta el último día creyó firmemente en esos ojos café que la traicionaron.
No se puede, se dijo a sí misma, "ya no puedo someterme a los perversos deseos que tiene para mi vida".
Dejó su copa, y caminó hacia el jardín de invierno, su lugar preferido para agotar soledades.
Allí se durmió. Soñaba con hadas, castillos, una hermosa familia y unos ojos desteñidos mimándola.
Despertó inquieta.
Sonrió con la firme convicción de que pronto, cerca, estaba armándose un nuevo movimiento en el tablero para ganar la partida.
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Corazón blindado
Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo, con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...
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Con tinta china escribí tu nombre en un banco de plaza. Era una tarde fría de invierno berlinés y, sin temor a reprimendas, tallé tu...
ojala lucía pueda ganar la partida, apuesto a que si
ResponderEliminarbesos
sergio
Lucia sabe encontrar la salida y eso va a hacer.
ResponderEliminarSaludos
Hernán, un argentino desde Cuba