lunes, 4 de enero de 2010

Paz

Hasta aprendí a adorar la sombra que dejabas al partir, y sin querer encause mis besos a tu camino, cuando no estábamos juntos. Mis labios se perdieron en la periferia del tiempo, hasta el nuevo encuentro, ansiado y fatal. La lluvia abrigó los pasos, las huellas se marcaron en el destino y supimos encontrar lo hermoso de nosotros: una magia complementaria que aliviana y amortigua cada caída, una suerte de entendimiento y pasión que se acolchona entre mis sueños y pide que nunca te vayas.
Llegué a un momento de paz. Examiné cada uno de mis pasos y son tan distintos al hoy que no entiendo mucho del pasado, aunque ya no me preocupa más que para entender lo que no quiero.
Avanza el sentimiento más lindo de todos, crece y acá lo guardo sólo para vos.

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