lunes, 11 de enero de 2010
Otra copa
Otra copa se volcaba, una más de aquel montón.
Los besos se iban acercando a la imaginación. El pulso del corazón se aceleraba con cada mordida.
Una suave sensación entre los labios anticipaba la derrota del cuerpo ante el tacto desesperado de los dos.
Un beso con sabor a melón entreabria mi boca al infinito, una dulce forma de encontrar el diablo de mis labios.
Otra copa se volcaba en mis pechos, una más de aquel montón.
Jugábamos a embarrarnos en las piernas del otro, a mordernos enteros, acaminar en la cornisa del amor y el deseo, a entender que eramos adictos al otro, necesarios, complementarios.
Creo que sólo en mis sueños me sentí tan completa y hoy, esta hermosa fusión cobra vida entre las sábanas.
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