
Las pecas retrataban mi mirada.
Estaban allí, partiendo pedazos de mi piel.
Dibujando marquitas por mis cachetes, zumbando mi nariz.
Dejando huellitas entre los relieves de mi cara.
Allí estaban, armando surcos de cacao, vistiendome de juventud.
Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo, con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...
No hay comentarios:
Publicar un comentario