Las pecas retrataban mi mirada.
Estaban allí, partiendo pedazos de mi piel.
Dibujando marquitas por mis cachetes, zumbando mi nariz.
Dejando huellitas entre los relieves de mi cara.
Allí estaban, armando surcos de cacao, vistiendome de juventud.
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Corazón blindado
Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo, con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...
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Nunca había entendido la gravedad Hasta que algo atrajo tu cuerpo al mío No discuto que haya ocurrido algo especial Aunque si se bien que...
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