
Quizás algún silencio se adueña de mi unos minutos. Se entreabren los labios, pero no llego a pronunciar ninguna palabra. Se pone mi mente en blanco, mis ojos divagan en el lugar en el que esté y mi respiración se acelera casi lentamente.
En esos momentos, sólo pienso en lo que no estoy pensando. En aquello que viaja rápido pero se desenvuelve lento. En las sombras, en el pasado, en el hoy, en todo. Tan blanca se pone mi mente que dejo de pensar que existo, que no soy yo quién está ilustrando ideas en la mente. Siento, casi, una posesión de mi cuerpo, como si escuchara a otra persona pensando. Pero me quedo tranquila, total son unos minutos al día.
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