Podía quedarme horas observándolo, pensaba mientras caminaba cerca de mí y una vez más lo miraba fijamente. No había nada que me gustara más que mirarlo, casi sin querer, o buscándolo, o queriendo cautivarlo, tímida, sonriente....no importa como, lo miraba.Su piel, la textura de sus manos, el relieve de sus ojos y su pequeña boca –absorbente y deliciosa- podían esclavizarme para siempre. Me deleitaba su figura cada vez un poco más. Todo se convertía del color que yo quisiera, a través del aroma que plantara con su mirada.Sus hilos de plata en el pelo, su madurez, su forma de razonar y expresarse me conmovían. Me convertía de a poco en una doncella admirada por la belleza de un hombre.
Por la incomparable belleza que se siente sólo cuando una persona provoca admiración
jueves, 27 de agosto de 2009
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Corazón blindado
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