
Sentía. Se comprimía.
Se abría. Volvía a girar.
Gritaba.
Gemía.
Huía y nos volvíamos a encontrar.
Perfectos, como desnudos.
Como enteros por el tiempo y nunca rotos.
Perfectos, como una línea.
Atraídos, como dos imanes.
Fugaces, como siempre.
Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo, con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...
La flor está hecha para la abeja.
ResponderEliminar