Un río de café. Cenizas. El agua de la ducha caliente, hirviendo.
Algodón para el cuerpo. Espuma blanca en la boca. Pasos cortos y veloces.
Abrigo. Moño de bufanda. Pies helados.
Cuadras y cuadras. Los colectivos, autos y motos pasan. Yo solamente escucho el silbido.
Mundo cotidiano. El refugio quedó detrás.
Un río de gente. Cenizas. El agua de la calle caliente, hiriviendo.
Y yo que no logro entenderme porque sigo sin salir de mi refugio...
ResponderEliminarMiles de pisadas descontroladas marcan el camino hacia vos... mis ojos encuentran tu mirada quinceañera escondida en tu cuerpo de cuarenta... mis manos se estiran tratando de acariciarte, pero te desvaneces como un sueño... como esos sueños que tantas veces acunamos juntos y hoy me cuestan recordar... y me doy cuenta que ya no estás... que no sé en qué recodo de la vida te perdí, tal vez en el mismo donde perdí mi inocencia... y sin querer, sin bronca, sin tristeza, sólo con una angustia de sombras que se escapan, empiezo a llorar...
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