
Dejar que el cuerpo hable.
Que la danza circule en mi vientre como un mundo exacto de brillo.
Dejar que el cuerpo caiga en la tentación del movimiento.
Que fluya mi espíritu por el aire, hasta apretar los pies al suelo.
Dejar que la danza construya mi cuerpo, que pueda achicar las distancias de la música aprendiendo a explorar el rítmo sin pensar en nada más que ese momento.
Dejarse llevar por la danza...
ResponderEliminarSaludos.