lunes, 16 de noviembre de 2009

El sol de cerca


La distancia hacia el sol se acortaba. A unos pocos metros encontró el destello de luz que acompañaba su alegría. Allí estuvo siempre -pensó sonriente- sin embargo nunca lo había visto de tan cerca, tan próximo a sus manos entusiasmadas por tocarlo.
De un momento a otro, el corazón se balanceaba entre dos fuerzas naturales e inmensamente humanas, que la acobardaban un poco -por miedo- pero el futuro feliz llegaría, aunque en ese momento no lo sabía.
Lejos del pesimismo, decidió intentarlo. El sol debía iluminarla, pensó.
Entre el calor, las sonrísas y el tiempo, el corazón se equilibró.
Costó, cuesta, se retrocede un paso y se avanzan diez, pero firme, se sostiene un mundo hermosamente real y sincero.
El sol ilumina, da calor, contiene. El sol siempre estuvo, sólo que ahora lo permite brillar junto a ella.

2 comentarios:

  1. Hacemos conciente muchas presencias solo a partir de nuevas experiencias...

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  2. El sol siempre estuvo, sólo había que dejarlo entrar. Gran frase, gran verdad.
    Espero que la luz no deje de brillar y alumbrarte.
    Besos, Andrés.

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