Lloverá hasta el martes, ví en el pronóstico de hoy.
Y me preguntaba qué harán con los festejos del bendito bicentenario.
De pronto, todos somos patriotas y queremos decorar nuestro lugar de trabajo, comprar escarapelas o participar de las que darán en distintos puntos de la ciudad, claro, en capital.
De pronto, todos amamos la Argentina y buscaremos la mejor receta de locro o pastelitos.
Y la hipocrecía de la que me encargue esta semana se traslada a todo el país en un segundo, como un contagio permanente de amor por la patria que ni en el mínimo gesto conciencia ciudadana se trasluce en las calles, aplastadas de papeles que los patriotas tiramos en el piso.
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Corazón blindado
Tu corazón está blindado (como estuvo siempre) simpatizo, sin embargo, con la idea de —algún día— quebrar la protección absurda de tus can...
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Nunca había entendido la gravedad Hasta que algo atrajo tu cuerpo al mío No discuto que haya ocurrido algo especial Aunque si se bien que...
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