martes, 8 de septiembre de 2009

Margarita


Las mujeres somos como cristales. La fragilidad de nuestras exterioridades es incuestionable.

Pero ya no tenemos grandes deseos,
no buscamos al hombre perfecto
no esperamos al príncipe azul en el caballo blanco.
No nos decoramos el pelo con flores en primavera,
no horneamos tortas de chocolate todos los días, ni tampoco galletas con formas de corazón.
No preparamos el desayuno con una flor distinta cada día,
no tenemos tampoco la misma paciencia.
No esperamos el momento adecuado para un beso,
no deshojamos margaritas en la calle al susurro de "me quiere"o "no me quiere.

Se rompieron los ideales. Los moldes de doncella.
El hombre supo transformarnos en una proyección de su imagen.
Agotó nuestros sueños, nuestras esperanzas.
Pero como en todo, una chispa queda para motivarnos a detestar aquello que no queremos y aferrarnos a todo lo que amamos.
Las mujeres somos como el acero. La sencibilidad de nuestro corazón es incuestionable.

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