sábado, 11 de agosto de 2012
Que decir
Es difícil escribir en tiempos de cólera televisiva, estímulos visuales, celulares, notebook, y tablets. Es difícil alejar todas esas distracciones por un rato, y volver a concentrarse en el objetivo primario de hacer por placer, algo que nos apasione. Es difícil, pero no imposible.
Hay que encontrar nuevos actores, nuevas ideas, y sobre todo saber encastrar las nuevas palabras.
Pero cuando se logran obtener las palabras, el problema a veces es qué decir. ¿Qué contenidos se disparan sin contenidos madre?
La preocupación ya no pasará por la estructura, la composición, el lenguaje sino por el contenido, el mensaje o aquello que vale la pena contar. Y ese será siempre el mayor de los problemas, si lo que se pretende decir, pretende ser leído.
viernes, 10 de agosto de 2012
Coqueteo
Me gusta tu sonrisa infinita.
Me gusta el misterio de tus ojos.
Me gusta el sonido de tu voz.
Me gusta tu piel.
Me gustan tus manos.
Me gustan tus gustos.
Me gusta tu cuerpo.
Me gusta que te guste.
martes, 7 de agosto de 2012
Es absurdo
Tanto costó llegar hasta acá que ahora, abandonar el viaje, es absurdo. Tanto esfuerzo multiplicado en lágrimas, tantas peleas, tantos miedos. Incontables desatinos, algunas verdades, muchas fichas que llegaron tarde y un enorme caudal de falsas palabras.
Tanto costó llegar hasta acá, que ahora, no queda mejor remedio que seguir. Y volver a remar contra posibles corrientes, contra tiempos que maneja el destino, con necesidades que se escapan de mi corazón y con la certeza de estar ahora -por fin- en el camino correcto.
Tanto costó llegar hasta acá, que ahora, abandonar el viaje, es absurdo.
La imagen es un dibujo realizado por Alejandra Pizarnik
lunes, 6 de agosto de 2012
jueves, 2 de agosto de 2012
miércoles, 1 de agosto de 2012
El cuerpo que no habito
Pasó el cuerpo que habito. Pasó ayer y siempre, en un triste latir. Sus pulsos tibios dejaron de existir -al menos mentalmente- y se fueron sin intenciones de volver.
El cuerpo que habito es el castigo, el miedo, el dolor y también la muerte. El cuerpo que habito, me encierra en un mundo sin sonrisas, sobrio, aburrido, áspero, sin libertad. El hábito del cuerpo es la cárcel y yo no dejo de meterme males adentro para intentar morir.
Debo salir y abandonar mi carne para siempre. Debo -sin miedo- insistir en mi ausencia y terminar este dolor que se quiebra como un silencio partido.
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Corazón blindado
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Con tinta china escribí tu nombre en un banco de plaza. Era una tarde fría de invierno berlinés y, sin temor a reprimendas, tallé tu...
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