
Un hombre que no rapte mi alma, que no ponga en categorías mis sueños en su espalda.
Que no ponga en la mira los recuerdos del pasado,
que no esconda el presente al momento de hablar.
Un hombre que comparta los horrores de mi llanto, la delicia instantánea del amor eterno y de la brisa que no acaba.
Que sepa endulzar mi oído sin ánimos banales, que entienda mis silencios, que respete mis ojos tristes y mis tormentas en la cama.
Un hombre que sepa secuestrarme cuando me deprimo, que me levante de a mimos del pozo de mi ser, que entienda, que no arme fuegos de peleas, ni cele mis sonrisas ajenas.
Que sepa de mí, tanto como yo puedo saber a hoy, a este momento, a estas líneas de fuego que trazo sin hablar de los dos.