
Es la última vez que lo vi. Llevaba el saco de pana que tanto le gustaba usar.
El único recuerdo material que más inmediato tenía, fue su pañuelo de bolsillo, un día antes, me lo había prestado y yo le prometí lavarlo pero no tuve tiempo de devolverselo.
Era un día gris, como todos los demás. La tormenta no terminó de romper las calles y los paraguas.
Una café en el bar de siempre, y mi hermano estaría listo para irse.
Unos ladrones ingresaron al local y sin mediar palabra le dispararon tres tiros en el pecho.
Mataron a mi hijo, le sacaron la vida, lloraba mi mamá cerca del ataúd. Mi papá desconsolado, miraba a unos metros la escena junto a mí. Acudimos a un abrazo, nada era suficiente para serenar el dolor.
Supe después que unas horas antes, mi hermano Juan fue hasta mi casa a contarles a mis papás una noticia: iban a ser abuelos...
Tremendamente doloroso.
ResponderEliminarDesgraciadamente cada día viene acompañado con su carga de dolor.
Un beso.
mariarosa
Y lo más triste que estamos como acostumbrados a que esto pase.
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