miércoles, 7 de septiembre de 2011
Fibra de la música
Una mano trae la otra, casi por piedad.
La bailarina se acerca al espejo, mira su rostro simétrico y ovalado junto a la barra.
Los dedos de las manos se arquean para continuar el deslizamiento eterno de los músculos.
La fibra de la música entra en ella hasta permitirle soñar.
Los pasos mueven el piso de madera y lo hacen crujir. Los compases de la música entran en su espina dorsal hasta estirarla y enfrentarla de nuevo con la barra, con el espejo y con ella misma.
Coloca su espalda recta, respira profundo y continúa el movimiento.
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