Hay un
pequeño nicho
de almas
que se juntan
almas-sin-almas
que se juntan entre sí
almas que
doblan la esquina y al doblar
se
terminan sus recuerdos.
Hay un
pequeño nicho,
como de
hormiga negra,
como de
reptil que se arrastra,
y en ese
pequeño nicho
habitan
oficios que se aplastan
unos a
otros: se aplastan
y
aplastándose con sonrisas
es que
andan con la boca llena de dientes que muerden
con los
ojos ciegos, oscuros, negros
con la
nariz alta aunque gorda
de
meterse tantas macanas,
de oler
tantas manchas,
de oler
su propia suciedad pestilente
Hay un
pequeño nicho
donde los
animales que lo habitan perdieron
y saben
que en la pérdida está el elixir
ese
elixir tibio, suave, feliz
ese
elixir que tienen los que están afuera:
amando,
siendo,
sintiendo,
ese
elixir que perdieron es el que anhelan
y por
eso,
ahora,
pronto,
ya,
su
objetivo es morder todas las almas.
Pero lo
que no saben los del nicho
es que no
importa lo que intenten,
porque lo
que intentan nunca podrá atravesar
(nunca)
la
felicidad imperturbable que lograron, los otros, con sus almas.