En la merienda y el desayuno pongo empeño. Me siento a leer mientras unto una tostada o galletita e agua con queso (blanco o fresco). Miro las web de los diarios, escucho música, busco cosas que me interesan, anoto, miro este blog y los que sigo.
En el desayuno, pienso en cualquier cosa menos en las que tengo que hacer para el día, por eso en la merienda recuerdo todo lo que olvidé que tenía pendiente. Menos, claro, de escribir aquí, de seguir con mi lectura, de besar a mi novio.
De todo lo demás, me olvido.
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El desayuno es sagrado, por lo menos para mí. Me encanta tomármelo con calma y sentirme lo más egocéntrica que pueda...porque el resto del día estoy a mil cosas, que nada tienen que ver conmigo.
ResponderEliminarYo tambien me ocupo de mí en el desayuno, el resto no importa. y me gusta que no importe.
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